"Bel Ami"...Suena misterioso, atrayente y turbador. Como un nuevo Vizonde de Valmont que con sus argucias y triquiñuelas disfrazadas bajo un aroma seductoramente embriagador teje lentamente a nuestro alrededor una telaraña de la que no podremos escapar, como un lobo cercando poco a poco a una inocente cervatilla. Si, indudablemente "Bel Ami" nos recuerda en su aspecto a esa obra maestra titulada "Las amistades peligrosas", que a pesar de los años transcurridos aun funciona con la perfección de un mecanismo de relojería suizo, una película donde con una pérfida y cruel sutileza nos reflejaba los límites de la mezquindad de la naturaleza humana. Pero las cosas no son siempre lo que parecen ser, algunas veces las apariencias engañan y en algunos casos, como éste que nos ocupa, de un modo escandalosamente mezquino.

Ni "Bel Ami" se acerca lo más mínimo a las genialidad de "Las amistades peligrosas" como pretendía hacer creer ni Robert Pattinson le llega a la suela del zapato a John Malkovich, a pesar de que se nota que el muchacho lo intenta con todas sus fuerzas. Pero no hay el más mínimo color. Carente de cualquier tipo de encanto típico de las cintas de este género, "Bel Ami, historia de un seductor" se convierte en otra cinta más cuyo cometido es rellenar la cartelera hasta que le llegue el turno a la próxima mediocridad. Quizás la culpa fue mía por generarme demasiadas espectativas, pero me dejé engañar por el largo y sugerente título que prometía una cinta plagada de intrigas pasionales, perversión, odios y juegos de seducción.

Lejos de todo ello esta película nos cuenta de una forma vulgarmente banal y plana la historia de George Duroy, un joven sin oficio ni beneficio amargamente consumido por la codicia, cuya suprema ambición es subir puestos en la escala social hasta dejar atrás la pobreza que le repugna, en la que vive y desprecia con todo su ser. En Paris de 1890 Duroy no es más que un pobre don nadie que observa a través del cristal como la gente rica se da la gran vida entre suculentos festines y opulentas fiestas, mientras que él se vé obligado a malvivir en una pensión de mala muerte con apenas comida en un empleo sin futuro. Pero muy pronto la suerte le sonríe al reencontrarse con un antiguo camarada ahora rico con el que luchó en Argelia, que le semiabre las puertas a ese mundo al que él desea pertenecer con todas sus fuerzas. Comienza con un puesto en el periódico de su amigo, pero muy pronto descubre que su atractivo es su mejor (y única) baza para alcanzar la meta que tanto codicia, y es que como le dice la inteligente y seductora Madeleine Forstier (Uma Thurman) "las personas más importantes de Paris no son los hombres, las personas más importantes de Paris son sus esposas", pues una palabra de ellas vale más que diez reuniones entre puros y cognac. Siguiendo este sabio consejo George Duroy se irá haciendo amante de esposas que le aseguren un puesto en el estatus social, granjeandose a cambio el apodo de "Bel Ami" que es el que le da el título a la historia.

"Bel Ami, historia de un seductor" es una película que falla por tantos flancos que ni por un momento terminas creyéndotela; lo que en algunas películas es una nota de falsedad aquí se convierte en una sinfonía completa digna del mismísimo Mozart. En un Paris sospechosamente britanizado, nos relatan una historia que podría haber dado tanto de si que resulta casi lamentable ver en lo que se ha quedado. De el sinfín de errores cometidos (demasiados para ennumerarlos) el más grave de todos ha sido sin duda darle el papel protagonista a Robert Pattinson, un joven que -aunque lo intenta- se ve incapaz de asumir sobre sus hombros el peso de un papel como este, lo cual en un efecto colateral elimina de un plumazo uno de los pilares más importantes de esta historia: George Duroy. El personaje, en principio increiblemente carismático, seductor y fascinante se convierte en un repulsivo joven que siempre parece llevar una mueca de desagrado con él, provocando al instante el desinterés por una historia ya a priori inverosimil.

Absolutamente prescindible y olvidable, cuyo título más apropiado sería "Mucho ruido y pocas nueces"