Me tumbo en la cama a ver esta película en solitario sin leer sinopsis ni ver trailers. Un hotel en Japón no parece despertarme mucha curiosidad de primeras. Sin embargo hay algo que me engancha y me anima a permanecer viendo la película y son sus dos protagonistas. Murray parece estar interpretando su propia vida. Su naturalidad impregna de verdad la pantalla. De Johansson me quedo con la inseguridad que despierta su personaje, palpable desde el primer minuto. Desde bien pronto me entran ganas de ver la mezcla de ambos, y desde el primer encuentro espero expectante cada frase de diálogo con la sensación de estar tan perdido como ellos.


Cada vez encuentro mas apego a la dupla entre ambos. A medida que avanza la película se puede ver progresivamente la analogía de sus etapas existenciales con mayor fuerza. Finalmente, la estancia en Japón se me hace corta, a pesar de lo que pude pensar en un principio. Lost in Translation me ha sorprendido, más por su concepto que por su contenido.