A pesar de que el argumento me parece muy simple y, tal vez, un poco fantasioso (son los recuerdos de Colin Clark, tercer ayudante de producción de la película “El príncipe y la corista”) esta película vale la pena verla por el trabajo fantástico que hace Michelle Williams en el papel de Marilyn Monroe. Gestos y miradas que centran la atención en cada momento de la película y que se traducen, a mi parecer, en el retrato de una muñeca rota. Esa es quizás la sensación que me ha dejado esta película: Marilyn, diva y sex symbol a su pesar, que no deja de ser una mujer triste y sola.

También Kenneth Brannagh hace un papel magnífico como Sir Laurence Olivier y es interesante ver lo que ocurrió (o supuestamente ocurrió, según se mire) en el rodaje de la película. En todo caso, sí que he tenido la sensación de que había mucha fantasía relatada o una visión distorsionada de lo que realmente ocurrió. Por eso más que un biopic de la Monroe, la dejaría en una película más de ficción donde sale ella.

Por cierto, se agradece que no sea una película extensa. Es verdad que no hay mucho que contar pero hay directores que te hacen una película de dos horas cuando con la mitad estaría todo dicho.