Tengo que decir que estoy muy decepcionado con esta décima entrega de Star Trek.
Se supone que es la última aventura de los protagonistas de La Nueva Generación, pero es sosa, muy sosa.

Y no nos engañemos: la historia es muy interesante. Picard descubre que los romulanos consiguieron su ADN y crearon un clon suyo que infiltrar en la Flota Estelar, y ambos personajes se conocen en un profundo choque de personalidades, debatiéndose cómo habría acabado siendo uno de haber vivido la existencia del otro. En ese sentido, bien.

Pero la décima película de Star Trek y el capítulo final de las aventuras de esta gente se merecía más, más recursos. Tiene bastante mérito que esta serie, iniciada en 1987, haya durado hasta 2002 gracias a sus cuatro largometrajes y sus dos series alternas.
Lo que la Paramount tendría que haber hecho es esperar para estrenar la película en 2003, y haber dispuesto de más tiempo y presupuesto, y menos competencia (2002 fue el año en que se estrenó "Harry Potter y la cámara secreta", "Las dos torres" y "007 Muere Otro Día") dependiendo de la fecha.
Y aprovechando esto, no hacer simplemente otra anécdota de la peña del Enterprise E, sino haber unido los repartos de "Voyager" y "Espacio Profundo Nueve" (dos series que forman una trilogía con "La Nueva Generación"), y haber marcado un digno final para las tres.

Pero aquí, hasta Patrick Stewart parece harto de todo, y su interpretación llega a inspirar cierto tedio de cara al final. Del mismo modo, Brent Spiner parece no tener ningún tipo de filosofía que enseñarnos ahora.
Y han intentado publicitar la película por sus efectos especiales, pero parecen bastante peores que los de "La Próxima Generación", "Primer Contacto" o incluso "Insurrección".

Esta es quizá la película de Star Trek más aburrida y menos exótica de todas. No sé si considerarla peor que "Insurreción" o "La Última Frontera".