Durante la década de 1940 en Italia surge un movimiento artístico conocido como neorrealismo, el cual tuvo como propósito fundamental representar la realidad (de ahí el uso del concepto de mimesis) de la guerra y las consecuencias de ésta una vez finalizada. O sea, estableció una coherencia o paralelismo entre ficción y realidad. Todo esto para hacer visibles los problemas sociales de la época.

La mejor forma de plasmar lo anteriormente dicho fue la utilización de un no estilo, ejemplo de esto es la representación de historias de vida cotidiana protagonizadas por personajes infames (sin fama) o la utilización de un lenguaje claro, abandonando todo lo perteneciente a lo fantástico. A modo de metáfora, el cine neorrealista fue un frasco transparente (estilo) para que el espectador se fijara solamente en su fondo (contenido).

El Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette) del director Vittorio De Sica es una de las obras más representativa de este movimiento, ya que, fue estrenada y ambientada en Italia después de la guerra, reflejando el difícil proceso de reconstrucción económica mediante una visión real de la sociedad.

Existen varias características dentro de la película que permiten construir la ilusión de realidad, por ejemplo: la representación de cuadros de costumbres típicos de la época como las largas filas para poder acceder a un trabajo o empeñar algún objeto a cambio de dinero para poder satisfacer algunas necesidades. Entonces, puedo concluir que el cine neorrealista es un dispositivo que busca llamar la atención del espectador respecto a su contenido, incitándolo a meditar acerca de la situación que se está viviendo, por medio de la representación del momento mismo.