Hollywood nos ha enseñado que la crudeza está en el daño físico y habitualmente olvidamos que puede que haya más daño en lo sexual y en los sentimientos. Pese a lo oscura que es esta película, muy en la línea del magnético marco de las intrigas rusas, bajo mi punto de vista, resulta un soplo de aire fresco dentro de un género que habitualmente parte de unos planteamientos iniciales, en principio, innegociables. No me parece que sea éste otro ejemplo, sino todo lo contrario.

El papel, parece que le venga como anillo al dedo a Jenifer Lawrence, pero es el conjunto elaborado de casting, sin fisuras, lo que le da un empaque sobresaliente a los personajes. Fantástico Joel Edgerton en el papel del héroe, que nos recuerda la injusticia de las modas a la hora de valorar por qué algunos actores no trabajan más.

No es para guardar en la carpeta de obras maestras, pero sí en la carpeta de pelícuas tan turbadoras que difícilmente olvidas. Muy recomendable.