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España España · Madrid
Voto de paki:
8
Drama Oliverio es un poeta treintañero que sobrevive editando poesía comercial mientras recorre Buenos Aires. Lo único que desea es encontrar a la mujer de sus sueños, que le comprenda y que le haga volar. En Montevideo, conoce a Ana, una prostituta de la que se enamora... (FILMAFFINITY)
7 de enero de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está demostrado empíricamente que cualquier persona, para ser cualquier cosa, bien sea barrendero o presidente del gobierno, no necesita más que ponerse a ello con tesón y voluntad; a lo que, bien es verdad, conviene añadir unas dosis de padrinazgo y buena fortuna para conseguir, distintamente, ser una cosa ú otra...

Es un hecho cierto que, por mor de una buena cuna o una mala cama, se puede llegar a ser de todo en esta vida: desde reina hasta puta, pasando por los tres o cuatro estadios intermedios que se interponen entre unas profesiones y otras...

Es reconocido planetariamente que unos codos en carne viva en pos de una lamparilla encendida de madrugada nos pueden llevar, en unos pocos lustros, a los más altos límites de la burocracia contemporánea...

Pero, y esto es algo que no merece ser cuestionado, porque es irremediable, irrenunciable e incontestable, y sin embargo palmario, diario, quinario, sudario y arbitrario, además de patente, latente, consecuente, irreverente y flagrante... que nunca, nadie, jamás en absoluto, puede llegar a convertirse, o a dejar de ser, poeta. Es un efecto de fabricación, genético e insoslayable, que viene con un ser humano y que le acompaña, aún a su pesar, mientras su corazón sienta, lata o viva. Puede ponerse en hibernación, claro, o prostituirse o venderse, según el precio, incluso regalarse, es decir, puede convertirse en gerente de ventas de una gran empresa o casarse con un hombre o una mujer "terrestre", pero incluso de ello hará un poema. El poeta es incombustible porque arde sin consumirse y de las cenizas saca una metáfora más hermosa que el fuego de donde ardió. El poeta no tiene miedo porque se imagina a la muerte como una mujer hermosa y la lleva de paseo por la ciudad y toma café con ella, y la enamora, y ella le deja bajarse en otra parada que nunca es la suya. El poeta nunca es pobre porque cambia palabras de amor por chorizos, y eso le sugiere otra poesía nutritiva con la que desayunarse al día siguiente. El poeta vive en una soledad muy concurrida y reconoce a los suyos entre las multitudes de las avenidas, en los bares oscuros, en las plazas desiertas y hasta en la cola del banco. Y, por encima de todo, sabe, inexcusablemente, y en esto es irreductible, que la única forma decente, valiente y congruente, además de posible, digerible y factible de vivir, existir y resistir es ser, irrenunciablemente, un poeta. Eso, y saber volar... por supuesto...
paki
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