Hay películas que el tiempo no respeta porque se ciñen en demasía al presente en el que fueron ideadas. Y es normal que, en la época en que este canto a la libertad fue concebida, no se pudieran ceñir a otra época que a aquella, la conocida “Transición”. Hoy, 40 años después, en los que, como dice el monólogo final, seguimos hablando de aquellos 40 años de dictadura, todo se ve de otra manera, demasiado pasado. Este tiempo no es aquel. O no como Garci nos lo cuenta, siempre desde una perspectiva más bien burguesa y de capital. Los de provincias y pueblos somos más, y no tuvimos aquella percepción. No se vive igual en Madrid que en Rafal, mi pueblo.

La libertad o libertinaje no se vio con buenos ojos, ni siquiera por los más aperturistas. La sociedad no estaba preparada del todo, y el papel de Emma Cohen representa esa parte de la sociedad que no tenía ningún tipo de hilo con la Españ franquista. Hoy en día, se sigue viendo mal ese tipo de relaciones, aunque nadie se mete contigo por cómo eres, sobre todo en capital.

Garci vuelve a cerrar con Righteous Brothers, como en su corto sobre Marilyn. Y me parece que Garci era demasiado personal con sus películas. A veces, veo a Sacristán y parece que le veo a él…

Me gusta la oda a la radio final. Aquella radio de los 40 que se perdió… Yo también crecí con la radio y echo de menos a José María García. Pero la radio actual es muy buena. Mejor que la televisión. Sin embargo, los programas deportivos son la misma basura que Telecinco.