Cine con velas, sombra, truenos, la lluvia de invitada de gala, los ojos de Ethel Barrymore y un guión magistral, un puzzle en donde todo encaja.
El sabor del arte bien logrado, a pesar del paso de los años, deja un regusto exquisito en el paladar. El elenco de actores, amén de la extraordinaria dirección de fotografía y tímidos exteriores.
Se pasa miedo, sobre todo vista en una cabaña enmedio de un bosque, con la leña encendida, sin luz eléctrica y con tazas de té caliente. Escuchando de lejos el chasquido de los leños convirtiéndose en brasas.
Es la primera obra que veo de Robert Siodmak, y me he quedado gratamente impresionado. ¿Qué tenían los alemanes para dirigir de esa manera? Hollywood se benefició del éxodo de cerebros antinazis, y a su vez ellos se aprovecharon de la industria de calidad que había montada en LA.
Esta es una película para disfrutarla sin leer mucho sobre ella. Luego, es de las que te hace reflexionar cuando sales del cine. Con frío cortante, abrigo, bufanda y sombrero. Por los añejos tiempos.