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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Black Floyd:
8
Drama. Bélico Segunda Guerra Mundial (1939-1945) Frente Oriental. Iván, un niño ruso de 12 años, cuyos padres murieron durante la invasión nazi, trabaja espiando a los alemanes. (FILMAFFINITY)
2 de junio de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película empieza con un sueño, que es sueño y es anhelo. Iván está volando y toca los árboles y ríe. Después, madre e hijo se reúnen en una playa soleada, ajenos al horror. Iván despierta abruptamente del sueño y se sumerge en la pesadilla, que es la realidad.

Iván realiza hazañas imposibles para un niño de su edad, porque su resorte es la ira, el único propósito de su vida, la venganza. Espía ruso de los nazis, es muy admirado y querido por el ejército por su valentía y desparpajo. Su carácter y decisión emergen como un escudo eficaz contra el miedo.

Pero en sus sueños, como el del principio, o el del carro de manzanas junto a su hermana pequeña, bajo una lluvia que arrecia, mientras los niños ríen y disfrutan de una vida sencilla que les fue robada, Iván sigue siendo un ser desprotegido y necesitado; es decir, un niño, que, aunque madurado a golpes, no deja de ser, bajo esa piel endurecida, un ser tierno que busca en sueños aquella felicidad perdida, junto a su madre y hermana en una costa caldeada por el sol.

El plano de la playa, con las manzanas volcadas, y los caballos salvajes comiendo en la arena, es de una delicadeza maravillosa.

Tarkovsky fue sugerido por Vadim Yusov, director de fotografía designado para la película, cuando despidieron al director original, y así, de esta manera ´´fortuita´´, realizó su primer largometraje.

Yusov nos regala secuencias inolvidables, de una cualidad pictórica exquisita y poética. Valiéndose del travelling, la escena del reflejo de los árboles en el lago, en un tono saturado, con la luz errante de las bengalas atravesando el cielo mate, es extraordinaria. Otros planos, como los de esos cielos siempre brumosos y cenicientos, el suelo encharcado, el sonido frío y como de cristal del agua que fluye (característico del director), de las gotas que asemejan relojes con su ruido acompasado, son igualmente geniales.

El final es terrible, espléndido, emocionante. Una hermosa película.
Black Floyd
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