Había una vez una pareja de fracasados sin un cobre en el bolsillo a quiénes se les ocurrió la maravillosa idea de ir al casino para ver si salían de perdedores. Como siempre sucede en estos antros, al principio ganan unos buenos mangos, pero se ceban demasiado, creyéndose ya unos exitosos espectaculares, para después quedar como imbéciles al perder todo lo que habían ganado más lo que traían puesto. ¿Que hacer?, bien, si se es Demi Moore (si no sos Demi Moore lo siento mucho, nadie va a pagar un millón de dólares para morfarse a un bagayo), se entrega el culo al primer ricachón que aparezca (justo es Robert Redford) y listo!!, para que tanto hacerse mala sangre. Aprendan bien mujeres del mundo, cuando no tengan un sope, se ponen en cuatro al primer adinerado (no tendrán la suerte de estos dos, ya que ni ustedes estarán tan buenas como Demi ni los tipos de plata tienen la pinta de este blondo medio jovato) y se solucionarán todos sus problemas económicos.
Ahh, si, también después de tanto paseo en yate, de tanto beber vino fino, de tantos revolcones con el millonario, también existe algo llamado amor, que si bien no se si existe en realidad, al menos así lo pintan en esta boludez de película. A todo esto el estúpido del cornudo del marido de Demi Moore (Woody Harrelson) se queda mirando el techo y suspirando por ella. O imaginando tal vez, en que posición se la estarán ensartando a su mujer.

Conclusiones apresuradas porque me tengo que ir a trabajar y no tengo más tiempo:
Abajo en el spoiler.