Sinceramente cuando James Gunn se hizo cargo del proyecto, ya prometía pero sabiendo de la libertad creativa que gozó, eso ya es un festín. El film es una montaña rusa sangrienta y divertida, donde lo demencial se apropia de la historia para llevarte por un sendero irracional espectacularmente hilarante. Una locura en forma de blockbuster ácido, como sus diálogos, y directa desde su premisa. Una historia simple con originalidad en su propuesta. Su tono travieso llena la pantalla de carcajadas a la par de satisfacción entonando el mea culpa por no sentirte culpable de unos resultados inesperados pero nada aleatorios. Todo ocurre por algo, así lo va expresando el Gran Gunn en un estado de euforia desatada que nos ofrece momentos desmenbradamentes jocosos aupados por el dinamismo de lo expuesto. Casi todos sus personajes requieren de su espacio acabando por tenerlo, llevando a cabo una nueva franquicia. Su último acto nos sitúa en un ambiente más terrorífico, aunque sólo por un momento. Hay salvajadas y poca profundidad pero yo he venido a esto.