Siempre temeremos a esas cosas plateadas, que brillan, zumban y hacen ruiditos extraños, que nos miran inexpresivamente, sin decir nada, pues sin duda están tramando algo.
Los seres humanos siempre tememos lo desconocido y esta película es la máxima prueba de ello. Fabricamos máquinas con el fin de protegernos; y estas máquinas se vuelven en nuestra contra.

James Cameron elabora un complejo film de acción ilimitada, cautivador desde el primer minuto, con su malo malísimo indestructible e incansable y su bueno buenísimo que siempre llega en el momento oportuno. No podemos creernos que la salvación de toda la humanidad resida en una sola persona, John Connor, ahora representado en su madre, Sarah, el cual, como digo, es el héroe que necesitamos en un futuro no tan lejano.
La película cuenta con todo lo que queramos, interpretación, música poderosa, buena estética ochentera, acción sin fin, suspense...
Y lo dicho, por qué no, pensemos en sus mensajes: ¿podrán las máquinas algún día con nosotros? ¿Debemos temerlas? O, mejor dicho, ¿temernos a nosotros mismos, que somos los que las creamos? ¿Debemos plantearnos si hemos conseguido ya bastante con la tecnología, o aún podemos conseguir más, incluso aunque ello vaya en nuestro propio perjuicio?
Y una cosa más: nunca subestimes tu poder, pues el ser humano más anónimo e insignificante es capaz de llegar a ser el salvador de toda la humanidad: ese es el mensaje, por eso Kyle Reese tiene que salvar a Sarah.