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España España · Pamplona
Voto de Asier Gil:
3
Thriller. Acción Jim Terrier es un espía internacional que ha sido traicionado por la propia organización para la que trabajaba, razón por la que decide dejar atrás su pasado y empezar una nueva vida casándose con su novia. Pero sus planes se truncarán cuando se dé cuenta de que sus jefes y antiguos compañeros van tras él y no pararán hasta verlo muerto. (FILMAFFINITY)
24 de febrero de 2020
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La traición es sangrante. Pero buena culpa de dejarse engañar la tendrá el espectador que acuda a ver 'Caza al asesino'. Porque Pierre Morel ya lo dejó claro con Liam Neeson en 'Venganza' y John Travolta en 'Desde París con amor'. ¿Acaso se pensaba Sean Penn que sus dos Óscar le iban a salvar de la quema? Quizá creyó que participando en el guion podría resaltar la denuncia a las grandes multinacionales que expolian los recursos naturales de África mientras dinamitan su estructura social. A lo mejor lo convencieron las ínfulas de 'thriller' político, pese a que estas se diluyen entre disparos y cuellos rotos. ¿Y el histrionismo de Bardem? ¿Y esa trama romántica abandonada a su suerte por recrearse en más tiros y peleas? Hollywood impone su ley para escribir en renglones bien definidos una máxima inquebrantable: la acción da dinero. Suficiente premisa para Morel, que la ejecuta con discutible maestría y se olvida de todo lo demás, ya que las palomitas harán el resto. Pero el cineasta francés se ensaña con el público a través de un final digno de esas películas de serie B que se ríen de ellas mismas. Aunque aquí vaya en serio. Tan en serio que prende fuego a las fortalezas que pudiera albergar la cinta y a esos primeros compases de filme comprometido, argumento sólido, intriga interesante, cine diferente... Cómo no sentirse traicionado.
En el Congo, un grupo de paramilitares protege el trabajo de las ONG ocultando que, al mismo tiempo, recibe contratos de empresas para asesinar a líderes que frenan su enriquecimiento. Tras una misión, uno de sus tiradores deberá abandonar el continente y a su novia, pero, años después, su pasado lo perseguirá para ajustar cuentas.
El director de 'Distrito 13' trata de convertir a Penn en el nuevo Neeson siguiendo a rajatabla el manual del género. Olvida por completo que se basó en una novela de Jean-Patrick Manchette y que cuenta con un trío de actores extraordinario para deleitarse a sí mismo con lo que mejor sabe hacer: rodar escenas de acción con un montaje acelerado y una alarmante capacidad de despreciar el desarrollo de personajes. A la vez, tortura la profundidad de la historia al convertirla en un mero apunte circunstancial con el que encuadrar los tiroteos en un tiempo y lugar. Aporta un par de secuencias magnéticas y lleva el ritmo con acierto, pero, a medida que pasan los minutos, queda patente que las páginas del guion solo se utilizaron para limpiar la sangre de los rostros de los protagonistas. Y el clímax en la Monumental de Barcelona reclama que algún dios griego le inflija una de esas condenas eternas. La trama ya se había desecho en pedazos llegado ese momento, pero semejante insulto a la inteligencia del espectador reclama venganza.
En el reparto, Sean Penn juega con una intensidad de la que no goza el tipo al que encarna, aunque su trabajo sea lo único rescatable del cúmulo de despropósitos. El más clamoroso es haber dado alas a las exageraciones de un Bardem que pide a gritos que alguien lo serene. Por su parte, Jasmine Trinca no sabe muy bien qué hacer con su personaje -no es enteramente su culpa, porque el libreto la maltrata- y el talento de Idris Elba apenas se emplea para un cameo. Todos estos sinsentidos destierran las premisas que había generado el inicio del filme y lo lastran de tal modo que incluso le impiden alcanzar los estándares mínimos de calidad exigibles para una película de acción.

Diario de Navarra / La séptima mirada
Asier Gil
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