Filme interesante en cuanto al mensaje central en el que se basa la realización. EL hecho de dejar, de cualquier forma, constancia de que el cielo es real, definitivamente es necesario en todos los sentidos. La película en sí es aburrida, a no ser por el efecto de la pregunta que crea en nuestro interior y su consiguiente meditación: el metraje que pasa cansino ante nuestros ojos no ayuda demasiado a sentir el gozo ni la alegría de la salvación, pero, al menos, dice claramente que Jesús existe y que no todo acaba en esta tierra. El director supongo que hace lo que puede, pero es que la historia es floja en sí, y Greg Kinnear no logra conmover, y menos aún su esposa. El niño es ya otro cantar, pues nos ofrece su dulzura y transparencia, no así cuando se ve obligado a decir cosas que unca ha visto (me refiero al actor): aquí pierde la credibilidad: ficción, realidad, realidad, ficción. ¿El cielo es real? Yo digo que sí.