La premisa de Oasis parece ser que no puede haber amor más intenso que el de quienes tienen hambre y sed del mismo.
Esta premisa irrefutable convierte a esta enorme pelicula en una de los más profundos y conmovedores romances de la historia del cine.
Dos seres utilizados, desechados y confinados a un trato infrahumano por sus avergonzadas familias, trenzan sus destinos y sus necesidades afectivas, volcando todo su amor virgen en una relación inconcebible y amoral para su entorno.
La película tiene momentos durísimos, muy difíciles de soportar, no desde lo visual, sino desde lo moral.
En efecto es muy chocante ver en un montaje extremo cual es el comportamiento del ser humano ante quien desprecia y hasta que punto puede llegar la incomprensión y la descalificación. Todas éstas realidades que no dependen de la cultura, sea esta oriental u occiental, dependen de la naturaleza humana, y esta inevitable conclusión asusta.
Por otra parte, sin temor a exagerar, la interpretación de Moon -So Ri, como la chica con paralisis cerebral, es acaso la caracterización más impresionante y conmovedora que se pueda encontrar en los últimos años, sólo para poner un resguardo temporal.
Realmente resulta impactante como esta actriz logra combinar un preciso retrato de las manifestaciones de un padecimiento tan terrible, intepretando en forma brillante a la vez los diversos momentos y matices emocionales de la historia. A través de la riqueza de su rol ella logra expresar lo inexpresable, lo que las limitaciones de su personaje le impiden hablar.
Tanto ella como el siempre genial Sol Kyung - Gu tocan la fibra emocional del espectador, generando inevitables lagrimas en el más rudo de ellos y reflexión en todos y cada uno.
Una pelicula imprescindible e inolvidable.