La guerra a la que se refiere el título debe ser la Guerra Fría. Esa es la conclusión a la que se llega cuando uno entra a ver esta película y se encuentra con mucha mas comedia romántica que con acción pura y dura como promete su trailer.

Así que esa acción que esperábamos al ver que McG se encargaba de rodarla se limita a unas cuantas escenas con alguna que otra explosión controlada. Nada de salirse del plan o tirar aunque sea un petardo fuera del territorio marcado. El resto de los planos son para ambos protagonistas masculinos intentando conseguir a una chica que, por otra parte, no lo tiene demasiado claro y anda jugando con los dos a la vez. Nada diferente de esas ligeras comedias que suele rodar Witherspoon y que aparte de encumbrarla a la nada más absoluta, la encasillaron y de donde aún hoy no ha podido salir.

Pero no solo el personaje femenino es totalmente prototípico junto con su inseparable amiga que la (des)aconseja sobre aquello del amor, sino que los personajes masculinos parecen calcados a los de otras comedias, como ese ligón empedernido deseoso de ser amado (Pine), o el guapo y a la vez sensible, inmejorable padre con el corazón roto, que busca a su media naranja (Hardy). Da igual que sean superagentes de la CIA o policías de barrio porque sus frases y tics no son originales.

Es posible que aún esté esperando a que el malvado de turno aparezca de verdad y le ponga algo de picante a todo este embrollo, pero mucho me temo que a estas alturas ya se ha vendido todo el pescado y me quedado sin ver la acción prometida. Hasta la próxima.