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España España · Madrid
Voto de Moody:
5
Acción. Comedia El prestigioso guardaespaldas Michael Bryce (Ryan Reynolds) recibe un nuevo cliente: un asesino a sueldo, Darius Kincaid (Samuel L. Jackson), que debe testificar en un juicio en La Haya contra un cruel dictador (Gary Oldman). (FILMAFFINITY)
14 de noviembre de 2017
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Una comedia de acción es precisamente eso: mucha acción salpicada de momentos más o menos hilarantes y normalmente facilones, con un desarrollo nada complejo y un final que coloca a cada uno en el lugar que le corresponde. Todo lo que ocurre por el camino carece de importancia para justificar la esencia del film, y “El otro guardaespaldas” cumple todo lo que se le supone.

Esta a priori carismática pareja formada por Reynolds y Jackson se ve en la necesidad de acaparar cuanta más cuota de pantalla mejor para destacar, algo que el argumento les permite desde el principio. En sus encasillados papeles de escolta ejecutivo el primero y despiadado asesino a sueldo el segundo, ambos tienen que buscar su lugar mientras exhiben una pobre química entre ambos. Tan imposible contar las veces en las que aparece aquello de ‘Triple A’ como las veces en las que Jackson suelta un improperio (casi siempre el mismo), la película no puede presumir de unos diálogos elaborados, probablemente porque tampoco lo busque.

Pero en esta huida sin tiempo para mirar atrás, cualquier elemento fuera de los preparados gags está infravalorado, y por esto el guion no le da importancia a esos secundarios merecedores de mucho más protagonismo. Tener a Oldman es sinónimo de experiencia y talento, y aunque se muestre algo excesivo y descontrolado, siempre tiene la habilidad de destacar; sin embargo la que sorprende con su registro es Hayek, que tiene un lenguaje descarado y soez tan inesperado que hace mucha más gracia que algunas secuencias de los protagonistas.

“El otro guardaespaldas” sabe, sin embargo, convertir en virtud las persecuciones y disparos de esta buddy movie al uso que tiene todo lo que este género en sí mismo debe tener: coreografiadas peleas grabadas con cámara en mano, vehículos totalmente destrozados, explosiones en plena ciudad… hay poco que se salga del plan trazado. Una carrera alocada y muy violenta que se vale de una trama llena de adrenalina para presentar a unos personajes antagónicos condenados a entenderse.
Moody
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