Que Cruise participe casi exclusivamente desde hace algún tiempo en aquellos productos hechos a su medida que él mismo produce hace que nos lleguen película muy similares pero también bastante entretenidas, en las que la acción prevalece sobre cualquier otro detalle del guion. Aquí Cruise lo apuesta todo al comienzo de una nueva saga, aunque bien podría ser el declive de la estrella.

Y esto incluye los diálogos y los personajes en esta nueva versión de “La momia”, clásico mil veces revisionado en el que estos elementos apenas se desarrollan para dar paso a una montón de efectos, huidas, luchas y destrucción. Pero la película aprovecha estos elementos para construir una entretenida historia que tiene muchas diferencias con las entregas de la saga protagonizada por Brendan Fraser. Y sobre todo una enorme, la propia momia.

Porque hasta ahora, y desde que el mítico Boris Karloff encarnara a la momia en 1932, se han hecho muchas versiones de esta historia, y hasta ahora siempre la momia había tenido género masculino. Esto cambia en esta película, en la que la argelina Boutella encarna a una princesa que volverá desde su época hasta el presente tras haber estado presa. Ahora la momia es femenina, y tiene tanto poder que todo se le queda pequeño.

Así que a Cruise le toca salvar a la Humanidad a pesar de ser solo ese héroe inesperado que se encuentra en el lugar y momentos inadecuados. Todo el ruido que debe hacer este tipo de película es llevado al exceso en un filme que tiene todas las aspiraciones veraniegas que una previsible saga desea.

Este inmenso blockbuster intenta hacerse un hueco difícil de encontrar por sus claras carencias: efectos digitales mejorables, una historia que no destaca por nada en especial y algún que otro personaje absolutamente prescindible (que se lo pregunten a Crowe). Su mejor baza, una acción trepidante que luce en la gran pantalla, veremos si es suficiente para que Cruise continúe produciendo la saga.