Streep todo lo puede, como esas heroínas actuales que demuestran que cualquiera, sea del género que sea, puede ser lo que se proponga, conseguir lo que quiera. Meryl, que ya está de vuelta de todo y aun así continúa cosechando nominaciones como el que colecciona cromos, ha decidido dar vida a este personaje real que, como ella, podía hacer cualquier cosa, incluso cantar.

Esta historia basada en el hecho real necesita de su protagonista para llegar al gran público. No es un argumento que enganche, no despierta el interés necesario, y sólo con la presencia de un par de actores puede conseguir salir adelante. La historia es bastante lineal, no hay giros ni sorpresas y hace poco más que ver la vida pasar, en este caso la de Florence. Frears, que atesora dilatada experiencia en esto de dirigir a personajes femeninos con mucha determinación (“The Queen”, Philomena”) no duda en ponerse tras las cámaras y dirigir esta película con un ritmo constante que no decae pero con falta de personalidad. Todo muy correcto, quizás demasiado para una historia algo plana que no ahonda en los personajes ni trabaja sus posibles aristas, puede ser que porque su intención sea precisamente esa, ser bastante blanca.

Sin duda el gran reclamo de la película es la presencia no sólo de Grant que vuelve a aparecer en un gran proyecto y que pasea su saber estar y su pose inglesa por todas las escenas, sino de la gran Streep. Sin su actuación, “Florence Foster Jenkins” sería poco más que una respetable película se sobremesa, correcta pero sin la personalidad para ser algo más; sin embargo con su actuación la película tiene al menos el aliciente de ver en acción a esta gran actriz, capaz de cantar mal a propósito para destacar aún más. Esto sólo puede hacerlo ella.