Cruise, como otras muchas estrellas que buscan encontrar su pequeño hueco dentro de un star system que poco a poco les van dejando de lado, levanta con su esfuerzo y también con su propio dinero esta saga que lleva ya dos entregas a pesar del escaso interés que parece despertar en el público y en la crítica profesional.

Está bien que Cruise se involucre en más entregas de Misión: Imposible, franquicia con muchos seguidores y unas cifras en taquilla bastante considerables. Pero no tiene mucha lógica más allá de encontrar su propio lugar para el futuro que trate de continuar con “Jack Reacher” viendo lo pasable que era la primera película, pero sobre todo viendo el pésimo guión sobre el que se construye esta película. “Nunca mires atrás” hace honor a su título narrando las aventuras de este miembro retirado del ejército sin más premisa que la de huir hacia adelante. Aunque sea con poca convicción y nulo sentido del ridículo, la película avanza sin saber bien hacia dónde, consciente de que si frena para analizar algunas de las situaciones que plantea, no podrá volver a arrancar. No hay forma de que los voluntariosos protagonistas (a Cruise se le suma una Smulders tan perdida como intrascendente a pesar de ser el personaje detonador de la historia) vena desarrollados sus personajes hacia algo más complejo o elaborado, posiblemente ni falta que haga cuando todo se reduce a presentar acción.

Zwick, que venía de películas mucho más profundas (“El caso Fischer”) o comprometidas (“Diamante de sangre”) se ve convencido por su amigo Tom para coincidir de nuevo en este proyecto como ya hicieran hace 13 años en “El último samurái”. Entonces ambos cosecharon grandes críticas, pero en este caso actual no parece que vayan a repetir la fórmula del éxito, como mucho serán capaces de cubrir el expediente.