El caso Farewell está hecha a la antigua usanza. Películas de espías en las que lo único no era el simple hecho de espiar, sino que también se daba mucha importancia a las dudas de los agentes, convirtiéndoles de cara al público en personas reales metidas en situaciones complicadas. Todo lo contrario a lo que nos estamos acostumbrando ahora, con espías ataviados hasta los dientes de la tecnología más moderna para realizar su tarea.

Sin que estas últimas sean despreciadas (todo lo contrario, son tremendamente entretenidas), parece claro que la película tiene dos partes muy diferenciadas. Cuando trata la parte humana, en la que se narra la vida interior de los protagonistas, sus miedos, sus dudas y conflictos, la película crece, se hace adulta y densa; cuando trata la parte más burocrática, se pierde en intentar explicar cómo se toman las decisiones y la película decae.

Un film sobrio y en ocasiones sombrío, que prende el interés del espectador desde el comienzo tanto por su historia como por su correcta dirección, flaqueando en su finalización por no saber separar el drama más profundo del thriller más comercial.