Hay muchas películas que se toman en serio sin sospechar que en realidad les hubiera ido mucho mejor si se consideraran a sí mismas como productos de serie B, y es ésta la baza que juega “Pasajero oculto”: una extravagancia que mezcla géneros dispares sin reparar en las decisiones y sus resultados.

En esa mezcla toca todos los palos posibles. En una trama ambientada en la Segunda Guerra Mundial, la película introduce una bestia dentro de un avión en pleno vuelo que amenaza con acabar con todo. El terror intenta hacerse hueco con un bicho torpemente diseñado que ofrece grandes dosis de acción; el argumento también tiene una parte bélica con aviones disparándose mientras los personajes tratan de sobrevivir, en secuencias a veces ridículas que la película parece disfrutar. Por si esto fuese poco, también hay hueco para una absurda trama romántica, en la que la protagonista debe proteger su carga por encima de todo.

“Pasajero oculto” hace una extraña presentación de los personajes, en consonancia con el tono de su narración. Colocando a una hiperactiva Moretz en el centro de la acción, comunicándose únicamente por el interfono y sin poder moverse de la diminuta cabina a la que se ve relegada, Liang explota con acierto el contexto para mantener la tensión. Una vez empieza la acción puramente dicha, todo este plan cambia radicalmente para ofrecer una nueva y alocada dimensión al argumento.

La película aprovecha sus absurdos cambios de rumbo para convertiros en su motivación, y poco le importa que muchas de sus decisiones no se sostengan desde el punto de vista lógico. Sin embargo, también los aprovecha para mantener la atención y resultar muy entretenida y siempre impredecible, haciendo que el espectador espere el siguiente paso sin sospechar en qué consistirá. Defectos y virtudes de una película de serie B que saca partido de serlo.