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España España · Madrid
Voto de Moody:
4
Thriller. Drama Eva, una juez íntegra y rigurosa, se enfrenta al proceso judicial más importante de su carrera: el asesinato de una joven de Europa del Este, en el que está implicado un poderoso empresario. La presencia de un irresistible testigo, gigoló de profesión y amigo de la víctima, la sitúa frente a un espinoso dilema: resistirse o dejarse seducir, traspasando los límites de la ley. (FILMAFFINITY)
15 de julio de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Verdadero ejemplo de prestidigitación el que lleva a cabo Mariano Barroso para embaucarnos y embarcarnos en una historia que tiene poco que ver con lo que promete por que precisamente brilla por su ausencia un mayor calado a la hora de armar la película.

Esa magia que se realiza ante nuestras narices te deja expectante hasta que te das cuenta (y tardas realmente poco) de que lo que parecía una cosa se va a convertir en otra bien diferente. Esa trama en la que se investiga la muerte de una prostituta se desvanece ante los ojos dando paso a una historia de dependencia sexual que desgraciadamente no lleva a ningún sitio y que está vacía de contenido, resumiéndose en un conjunto de escenas que el espectador debe acumular y ordenar para creer que está viendo una verdadera película.

En ningún momento da la sensación de estar ante un producto trabajado, sino que más bien parece haberse escrito un guión para aprovechar el evidente tirón de sus protagonistas prometiendo en algún que otro foro "escenas subidas de tono". Esto no es suficiente para todo aquel que tenga un mínimo de exigencia con lo que va a ver, y que quedará decepcionado con el producto final. La cacareada tensión entre los protagonistas no existe sencillamente porque la química entre ambos es nula, en parte por las pocas tablas de un Silvestre encasillado de por vida en su ronca voz.

Fallida y decepcionante pueden ser los calificativos más suaves para describir la película, pero no son suficientes para explicar que el espectador entre en la sala creyendo ver una cosa y salir de ella pensando que, una vez más, ha perdido 90 minutos de su tarde.
Moody
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