Collet-Serra abandona en esta ocasión a su actor fetiche para rodar esta película seguramente porque no había hueco para él. El tándem que forma con Neeson (ya tienen programado próximo proyecto juntos) ha provocado múltiples éxitos de taquilla y de críticas para ambos, y le ha conseguido el prestigio necesario como para rodar una película tan arriesgada y personal como “Infierno azul”.

La película cuenta con la experiencia del director, la presencia de una estrella y unos cuantos efectos digitales que nunca vienen mal. Con estos ingredientes, “Infierno azul” se convierte en un agobiante y frenético thriller en el que la tensión es la gran protagonista, con permiso de ese inteligente tiburón que acaba con todo lo que encuentra. A pesar de rodarse al aire libre, con mucho espacio, la película crea una atmósfera cerrada con esos elementos (la boya, esa roca, la gaviota…) que hace suyos en poco tiempo.

Además de ese tiburón capaz de llenar una película, Lively aporta tipazo para interpretar a esa intrépida surfista que se ve atrapada en esa alejada playa. La angelina parece haberse preparado a conciencia y resulta bastante creíble. No lo tiene fácil llevando el peso total del thriller, pero finalmente hace buen trabajo. Además también debe interpretar esa historia de superación personal que nace de una pérdida reciente, una historia que se mezcla con la acción pura y dura creando diferentes planos.

Lógicamente la película necesita tomarse ciertas licencias a la hora de desarrollar la historia, de otra forma sería bastante complicado que el final fuera el que es, pero cuando el resultado es entretenido y vibrante y al espectador no le apetece levantarse de la butaca, se pueden aceptar esas inverosímiles y divertidas secuencias. Además, una vez visto “Sharknado”, todo es posible.