La película hace suyo aquello de si algo funciona, para qué cambiarlo. Y no es que se trate de una secuela ni nada parecido, pero viendo el historial de director y protagonista, es algo que estaba previsto.

Porque Rawson Marshall Thurber, director de la película, sabe bien lo que es dirigir a un par de amigos en situaciones inesperadas, a veces hasta ridículas (ver también “Cuestión de pelotas”). Como este planteamiento le ha ido más o menos bien hasta ahora, vuelve a repetir la fórmula con esta buddy movie en la que todo es lo que parece hasta el exceso. Desde el trillado comienzo, con ese chico ridiculizado para siempre, hasta esa confesión final del villano de turno, la película tira de tópicos para construir la acción. No hay nada original pero al final entretiene, que es suficiente.

Y si hay alguien que sepa que repetir fórmula conlleva un éxito aunque sea moderado, ese es Hart. El actor llevaba años pareciendo en películas diferentes, como secundario, y se dio cuenta de que esto de los colegas que comparten pantalla tenía bastante tiron. Desde entonces, Kevin ha encadenado películas en las que esta estructura es la protagonista, y ahí sigue, explotando la idea. La verdad es que le viene bien teniendo en cuenta que no tiene la capacidad de llevar sólo el peso de una película, y un compañero le descarga de responsabilidad. Ahora se apoya en The Rock, y lo hará de nuevo en la próxima revisión de “Jumanji”, para soltar todas las gracias posibles de un personaje que se ve en el centro de la acción sin proponérselo. Johnson aporta la réplica y el músculo necesarios para ser un digno compañero y acabar con el peligro que amenaza al mundo entero. Si dependemos de ellos en el futuro, seguramente acudan para salvarnos de nuevo, el cómo ya será otra cosa.