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España España · Madrid
Voto de Moody:
6
Comedia Claude y Marie Verneuil, un matrimonio católico y muy conservador, tienen cuatro hijas, a las que han tratado de inculcar sus valores y principios. Sin embargo, las chicas solo les han dado disgustos: la mayor se casó con un musulmán; la segunda, con un judío, y la tercera, con un chino. El matrimonio deposita todas sus esperanzas en la hija menor, esperando que, al menos ella, se case por la iglesia. (FILMAFFINITY)
9 de enero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente el cine francés se reinventa de tal manera que todos los años consiguen sacar una película que bate todos los records que había batido el título del año anterior. Esta facilidad para crear taquillazos nacionales es una virtud de la que hemos aprendido bastante (“Lo imposible”, “Ocho apellidos vascos” o “El niño” así lo atestiguan) pero que, en algunas ocasiones, no deja de ser una etiqueta que no asegura la calidad prometida.

Y es que esta película que narra la vida de una familia multicultural no tiene ni por asomo la capacidad ni la intención de crear ningún debate sobre la xenofobia o sobre la tolerancia, sino que simplemente aspira a sacar sonrisas y alguna carcajada del respetable público. Es en este tope donde para presentando a personajes que parecen querer una discusión de cada tema pero que en el fondo se quieren y se aprecian como lo haría cualquier familia con una única religión.

Este detalle se hace más destacable en el cabeza de familia, un padre que ve cómo sus hijas se van casando en el juzgado con hombres de diferentes religiones, formando así un crisol de culturas envidiable por su diversidad. El padre, que a pesar de ser gruñón, descarado, contestón y muy de derechas es buena persona a su manera, es el vehículo que tiene la película para exponer sus manidas ideas creando una película entretenida y divertida a ratos.

No hay nada nuevo en esta película que coloca a un protagonista chapado a la antigua en un mundo actual en el que la diversidad es tan normal como cualquier otra cosa, y que sorprendentemente no termina de explotar las situaciones con potencial para crear otras más conservadoras y poco originales. A pesar de todo esto, “Dios mío…” tiene la cualidad de sacar sonrisas y entretener aunque no sea la mejor película francesa que nos ha llegado en los últimos meses.
Moody
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