Nada nuevo en el panorama Hollywood, con una historia de aventuras que se resume a una mezcla entre King Kong y Godzilla pero sin que llegue a la altura de ninguna de ellas.
Desde hace tiempo es evidente que The Rock ha quedado encasillado para este tipo de películas que no piden mucho esfuerzo interpretativo y en el que parece que se encuentra a gusto.
Por otra parte estaba la incógnita de ver a Jeffrey Dean Morgan si daba la talla sin tener en sus manos a su querida Lucille. Ha quedado demostrado que la ha echado de menos.
Si pretendíamos tener unos villanos de lujo, la película ha quedado coja ya que es lo más vergonzoso de ella.
Por lo tanto con lo único que nos podemos quedar es con los efectos especiales que lo han resuelto con un aprobado.
Davis Okoye (The Rock) es un primatólogo (¿por qué será que me parece lo más acertado?) que se dedica a salvar especies con problemas de extinción. Crea un vínculo afectivo con Georges un gorila albino al que salvo de ser aniquilado.
Cuando un experimento genético falla Georges y otras especies empiezan a mutar creciendo en tamaño y convirtiéndose en criaturas muy peligrosas y destructivas.
A partir de este momento la ciudad queda en alerta y el desarrollo de la cinta se resume al típico blockbuster de criaturas gigantes que destrozan todo lo que pillan al paso.
Si vas al cine en familia o con amigos te lo pasaras bien viendo los gestos cómicos del mono gigante y es que no da para mucho más.