La temática del testigo de un asesinato que tiene que ser protegido de unos asesinos a sueldo ha sido copiada en infinidad de ocasiones. Es en el buen hacer de su director donde puede marcar las diferencias.
Peter Hyams es uno de los directores que mejor cuida sus películas, en muchas de ellas ha ejercido la función de guionista e incluso de director de fotografía. Tal vez su carrera de escritor le ha favorecido en el diseño de sus argumentos los cuales suele tejer con sutileza como si se tratase de una laboriosa araña.
En el año 1990 dirige “Testigo Accidental”, un thriller policíaco, género en el que tantas veces ha salido victorioso.
Robert Caulfield (Gene Hackman) es un fiscal que suele saltarse las reglas, viaja a Canadá para proteger a Carol (Anne Archer) que ha sido testigo del asesinato de un hombre que ha conocido a través de una cita a ciegas. Todo se complica cuando el asesino ha sido Leo Watts un jefe del crimen organizado del que llevan bastante tiempo detrás de él para encarcelarlo.
Leo enviará a varios sicarios para matar a la testigo y es en este momento cuando Hyams aprovecha su buen hacer con las cámaras para añadir persecuciones espectaculares en espacios abiertos. Habrá una notable persecución en helicóptero surcando los profundos bosques de Canadá. Aunque la gran parte de la cinta transcurre en un tren, en el que también disfrutaremos de una lograda secuencia de acción en el techo del mismo.
La película es un remake de 1.952 pero funciona a la perfección en las manos del obrero Hyams.
Gene Hackman está resolutivo y eficaz como es habitual en él, por otra parte es Anne Archer la que está un poco apagada.