Clint Eastwood es un actor y director que siempre me ha gustado aunque reconozco que me queda mucho cine por ver de su filmografía. Aunque es cierto que es mejor director que actor, he de decir que como actor con Harry el sucio se consagró como un grande y ahora tenía ganas de ver la secuela para ver si seguía al mismo nivel. Desgraciadamente se cambió de director y la cosa cambió. Seguíamos viendo a Eastwood en todo su esplendor pero no de la manera tan tronchante, carismática y divertida en que desprendía en la cinta del director de Fuga de alcatraz. En esta ocasión Ted Post tiene la virtud de no repetir fórmula sino introducir el tema de la justicia por la propia mano de otros asesinos lidiando con la injusticia de la ley. De ahí que aparezca como buen secundario Hal Holbrook quien hasta el último minuto de la cinta resulta agradable y bien interpretado y condensado su personaje. Harry Calahan sigue siendo divertido y carismático pero no al nivel con que sorprendía en sus diálogos en su predecesora, no resultaba un poco pesada en su ritmo debido al exceso de duración y en la anterior resultaba más realista y creíble, e incluso la tensión y emoción era más palpable. Se podría decir que siendo esta una secuela que no es buena ni mucho menos no es que sea mala sino que los ingredientes de su predecesora en vez de aumentarlos disminuyen y eso dificulta para ver las siguientes secuelas que tengo aún pendientes.
Técnicamente es impecable, tanto su puesta en escena como la banda sonora y el clímax está bien acoplado aunque como sigo diciendo, la primera película es la que vale oro mientras que esta se queda en una plata mezclada con bronce. No es una joya pero es una interesante e intensa secuela.