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Voto de Barón Vadeaux:
8
Comedia. Drama Richard Linklater se pasea con su cámara durante un día por la ciudad de Austin, en Texas, y nos muestra toda una galería de personajes, aparentemente sin relación entre sí: parados, intelectuales, músicos, delincuentes, viejos anarquistas o gente de la calle. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2007
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera prima del a veces fantástico y lúcido director Richard Linklater se muestra como una pequeña maravilla en el que se notan todos los guiños típicos del director. Siguiendo un día en Austin, el director salta de un personaje a otro en una secuencia lineal de conversaciones, mostrándonos solamente unos pequeños momentos en las vidas de diversas personas, la mayoría jóvenes desencantados, construyendo un discurso cinematográfico y filosófico muy característico, que sería posteriormente llevado a su máxima expresión en Waking Life, la obra maestra del director norteamericano. De hecho, si sois observadores, veréis como muchos planos de Waking Life ocurren de forma similar a los vistos en Slacker, compartiendo localizaciones, los mismos travelings y, en algunas ocasiones, también los mismos actores (de forma que podéis ver qué rostro tiene realmente el terrorífico hombre rojo de Waking Life).

La película se disfruta durante todo el metraje, y desafía las leyes del cine convencional ofreciendo bastante buen resultado. El problema principal de la película es que algunos diálogos resultan bastante poco interesantes, por ejemplo, el momento en que dos jóvenes que hace tiempo que no se ven cuentan qué es de su vida, pero sin decir nada demasiado relevante para el espectador. Por fortuna, estos momentos más flojos son escasos y tampoco duran demasiado, así que el interés vuelve en cuanto aparece una friki con un pelo púbico de Madonna metido en un pote de formol.

Otro problema- aunque más pequeño- es que la película no cuenta con demasiados medios técnicos. Se ve realmente cutre, y en alguna ocasión hasta puede verse el micrófono sobre la cabeza de los personajes, o la sombra del cámara (aunque en esto hay que fijarse, claro). El color es bastante apagado, la calidad del sonido es baja y el formato de la película es televisivo, vamos, nada de panorámicas, lo cual en un largometraje queda muy feo. Además, a veces el sonido ambiente (los coches, principalmente) se impone sobre las voces de los personajes, haciendo que sea bastante difícil seguir lo que dicen en ocasiones. Es una pena que esta falta de medios obstaculice en cierto modo la visión de la película, pero no por ello no se puede disfrutar de ella. Realmente vale la pena.
Barón Vadeaux
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