A veces simplemente alucino con películas con notas altas, críticas en su mayoría positivas y que empiezas a ver lleno de ilusión y esta se desinfla al paso de los minutos.
Con que ganas la empecé. Un siete aquí, Patrick Stewart haciendo de jefe de una banda neonazi de esas chungas y que trafican en la América profunda. Luego resulta que Patrick Stewart no es realmente el protagonista, pero por ser el actor más conocido ponen su nombre en primer lugar.
Sí, hay momentos concentrados de gran violencia, pero no resulta de ser poco creíble que la banda de punk se mueva con total libertad, mientras los neonazis se toman las cosas con demasiada calma. Podrían entrar y pegarlos cuatro tiros, pero claro, había que alargar la cinta a una hora y media.
Lo de siempre: los nazis son muy tontos, mucho músculo y poco cerebro. Eso debe quedar de manifiesto desde el principio, y al final, no sea que al director le tachen de fascista.

En resumen: si quieres triunfar con tu película, ponla la etiqueta de "Cine independiente" no importa que los actores sean frecuentes en el cine más palomitero de Hollywood, o que el guión plantee una situación desaprovechada primero e inverosímil después.