Para empezar, el futuro post-apocaliptico que dibuja o traza no tiene absolutamente nada que ver con el auge de las tecnologías, y para llegar a ese futuro distópico tampoco tenemos que esperar, porque ya lo vivimos con los totalitarismos. Además ya se está investigando con células madre y embriones para prevenir ciertas enfermedades en los fetos de aquellas parejas propensas a trasmitirlas. Hubiera sido mejor que se limitasen a mostrarnos los avances tecnológicos de esa mascara que hace que los soldados vean a sus enemigos como seres deformes en lugar de como seres humanos, aplicada a la guerra más convencional, dejándose de distopías que luego se dejan sin explicación sobre cómo hemos llegado a ella. Ya existen cientos de películas o series sobre esta temática, y sobre ellas, este episodio no aporta nada nuevo.

Además, el camino hacia donde nos llevan las nuevas aplicaciones tecnológicas para uso militar van más encaminadas hacia el uso masivo de drones y guerra informática, que hacia la idea de fondo del episodio, donde una máscara aplicada a los soldados les permite ahorrarse el estrés post-traumático y las secuelas que suele dejar en el soldado el entrar en combate.