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Voto de antonalva:
9
Bélico. Drama Año 1940, en plena 2ª Guerra Mundial. En las playas de Dunkerque, cientos de miles de soldados de las tropas británicas y francesas se encuentran rodeados por el avance del ejército alemán, que ha invadido Francia. Atrapados en la playa, con el mar cortándoles el paso, las tropas se enfrentan a una situación angustiosa que empeora a medida que el enemigo se acerca. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2017
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hizo falta el genio intelectual y político de un Winston Churchill para convertir una atronadora derrota en una memorable victoria. Como ahora ha hecho falta el talento cinematográfico y ético de un Christopher Nolan para resucitar y recrear aquel desolador episodio con una sencillez extraordinaria y estremecedora. Porque hay mucha sabiduría y destreza en la engañosa naturalidad documental de sus imágenes, como hay raudales de clarividencia en los mínimos diálogos que puntean todo su metraje…es decir, no estamos sólo ante una obra bien urdida y ejecutada, sino que asistimos a una portentosa composición coral que descuella, sin lugar a dudas, como un hito del cine bélico de todos los tiempos. Y todo ello con una aparente humildad que la engrandece aún más ante el aturdido espectador.

No me gusta el atropello de la guerra – no me gusta la idolatría del heroísmo estéril ni el patrioterismo de cartón piedra – pero aquí nos enfrentamos a algo bien diferente: el relato de cómo la unión hace la fuerza, de cómo la sinrazón y la barbarie saca tanto lo mejor como lo peor de nosotros mismos, de cómo el exterminio es un valle de lágrimas donde sólo cabe la derrota y el dolor, de cómo olvidar nuestro pasado nos condena a repetirlo. La amnesia nos aboca a un baño de cadáveres que amenaza con anegarnos para siempre.

Hay tantos aciertos que casi resulta tan redundante como imprescindible enumerarlos: un metraje perfecto donde cada secuencia deviene en necesaria y eminente, renunciando al énfasis superfluo o la alharaca festivalera; un guión tan férreo como inexorable, que empieza en el infierno y termina en el purgatorio; una dirección que de tan aquilatada y perfeccionista – recuerda al mejor David Lean – se vuelve invisible y omnipotente; un montaje modélico que debiera servir de ejemplo curricular en toda academia de cine; una fotografía que sustituye el significado del horror por el de elegía, ofreciendo un inventario de atrocidades que deviene en un catálogo del atrevimiento anónimo; una banda sonora – y no me refiero sólo a la música de Hans Zimmer, sino a todo el conjunto de resonancias y estruendos bélicos – que impacta tanto como las imágenes, fusionándose en una experiencia sin parangón; unos actores que combinan el anonimato y el estrellato en perfecta armonía. Por pura honestidad y justicia, he intentado encontrar algún error o debilidad, pero he sido incapaz de encontrarlo.

Una derrota puede erigirse en victoria no por un mero alarde retórico, sino por su significación moral y relevancia cívica. Por ello, recordemos, para finalizar, las palabras de Winston Churchill ante el parlamento británico el 4 de junio de 1940: “Seguiremos hasta el final. Lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, sea cual sea su coste. Lucharemos en las playas, lucharemos en los desembarcaderos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; nunca nos rendiremos.”
antonalva
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