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Voto de antonalva:
5
Drama En los años 50, un padre afroamericano lucha contra los prejuicios raciales mientras trata de sacar adelante a su familia en una serie de eventos fundamentales en su vida para él y para los suyos. Denzel Washington lleva al cine una obra de teatro que ya interpretó en Broadway. (FILMAFFINITY)
5 de marzo de 2017
38 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿De qué vale tener a unos buenos actores encarnando unos personajes tan pomposos como falsificados, tan tópicos como insustanciales? ¿Para qué hacen ahora una película que hiede a rancia y antigua y que parece rodada en los años cincuenta del siglo pasado – de hecho, la época en que se desarrolla su insulsa acción? ¿Qué motivos hay para desempolvar una anticuada, prolija y obsoleta obra de teatro de hace más de treinta años que quizás pudiera tener algo de novedad y cierto empaque en los años ochenta, pero que ha envejecido fatal y produce unos bostezos apoteósicos? ¿Quizás por el dudoso prestigio de haber recibido en su momento el premio Pulitzer o por reivindicar la negritud oprimida (y políticamente correcta) de un padre borracho y despótico que bien pudo funcionar sobre el escenario, pero que llevada al cine resulta un vehículo herrumbroso sin una dramaturgia bien trabada, sin interés ni originalidad? Y para mayor perplejidad, ¿por qué recibe una nominación absurda y delirante al Oscar como mejor película, cuando es un pestiño pesado, cargante y arcaico?

No quiero pensar que su buena prensa – al menos en Norteamérica – se deba a que sea una película de negros sobre negros, pero me temo que no le encuentro ninguna otra explicación. Porque uno más de los contrasentidos es la póstuma nominación al Oscar recibida como mejor guión adaptado – debido al propio autor de la obra de teatro original en la que se basa, un tal August Wilson (1945-2005) – ya que es una mala, insolvente e ineficaz adaptación, una de las peores que he visto o que imaginarme pueda, porque apenas adecúa nada al nuevo medio, ni aligera las mortificantes peroratas de todos sus atormentados personajes, ni le dota al conjunto de ningún patrón o tema visual digno de tal nombre, ni elimina ni modifica su inequívoca vanidad autocomplaciente ni su estomagante tufillo teatrero que lo mancilla todo y lo hace parecer una pieza fosilizada o funesta más que más un filme honesto.

¿De qué vale que Denzel Washington realice una buena interpretación si no me interesa lo que le sucede a su bobo títere gruñón ni lo más mínimo? ¿Cómo me voy a alegrar de que la gran Viola Davis haya recibido, al fin, su merecido Oscar, cuando en su brevísima actuación de “La Duda” (2008), en apenas unos pocos minutos conseguía eclipsar a todo el (gran) reparto? Quizás la cinta tenga otras virtudes que el espectador español no sea capaz de entender, reconocer o desentrañar, pero es una obra plúmbea cuya realización ha nacido con el encefalograma plano. Un tormento: recomiéndela a su peor enemigo y saldrá vindicado.
antonalva
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