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Voto de antonalva:
9
Drama John, un abogado sin escrúpulos, está casado con Ann, una mujer seria e introvertida. Ella, aunque muestra poco interés por el sexo, se siente segura de su matrimonio. John, en cambio, es un adicto al sexo y tiene una aventura con Cinthia, la extrovertida y desenfadada hermana de Ann. La llegada del enigmático Graham, un antiguo compañero de John en la universidad, alterará la vida de Ann. (FILMAFFINITY)
20 de mayo de 2014
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Sexo, mentiras y cintas de video” fue – para sorpresa de muchos – la triunfadora de Cannes 1989: opera prima del entonces desconocido y veinteañero Steven Soderbergh. Parecía un exceso inopinado para una obrita sobria, estática y de exiguo presupuesto. Pero ya entonces me quedé fascinado por esta atípica propuesta y más de veinte años después me reafirmo en mi apreciación original: es una gran obra, fruto de una mirada madura sobre unos personajes inmaduros, volubles, neuróticos y llenos de deseos desaforados y cegueras vitales. Es una sagaz radiografía de las muchas trampas y equívocos que laten bajo la hipócrita urbanidad de cualquier urbe del maltrecho mundo occidental.

Propone un estudio coral de personajes en crisis (aunque no lo sepan). Y el fondo que mueve y remueve a todos es el sexo: sexo como pretexto, como refugio, como ausencia, como obsesión, como ejercicio, como evitación, como mentira, como tapadera, como exigencia, como galimatías, como sofoco, como escasez…Es un drama agridulce, con atisbos de tragicomedia bufa, donde la gimnasia verbal es más importante que el puro arrebato biológico.

El estudio que ofrece de sus cuatro protagonistas no puede ser más certero y desolador. Empezando por ese misterioso e impávido observador que cree que al erigirse en mero espectador se asegura la equidistancia y el amparo emocional. Pero es el gran desbaratador, el que desencadena todo, el responsable de que la gente tome conciencia de sus actos. Porque estar en el mundo nos obliga a responsabilizarnos de nuestra faena. Y la esposa acomodaticia y bonachona que acabará reclamando su espacio y su voz. Y la hermana libidinosa, lenguaraz y lúbrica que comprenderá que tras lo físico también hay sentimientos. Y el marido – que al no ver las necesidades de los demás, tampoco es capaz de ver las suyas – por lo que su ofuscamiento porfiado ilustra su deshonestidad y estancamiento, lo cual enfatiza y realza el esfuerzo transformador de todos los demás.

“Sexo, mentiras y cintas de video” no es para cualquier paladar… Apenas hay acción – si excluimos los lances de alcoba. Casi todo se reduce a diálogos que parecen no ir a ninguna parte, la gente subsiste llena de incoherencias, ayuna de optimismo, impasible a la fortuna. No gustará a los que evitan enfrentarse a sus fantasmas negados, a sus limitaciones emocionales, a los bloqueos sociales, a los dengues arbitrarios o a las frágiles debilidades concupiscentes. Pero apasionará a los que busquen en el cine una mirada afilada y perversa sobre las oquedades de la vida, sobre los tropiezos impúdicos del ser humano, sobre las contradicciones de la existencia y el planteamiento de preguntas sin respuesta. Un creativo y potente ejercicio de estilo, una sabrosa propuesta de cámara para lujuriosos paladares retorcidos.
antonalva
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