Acostumbrados a pelis románticas protagonizadas por chicos y chicas guapísimos, mega perfectos, que con 25 años ya han triunfado en el mundo fashion y yuppie, con guión previsible y facilón y rodeados de situaciones que de puro idílicas parecen sacadas de un cuento de hadas; ahora nos llega esta otra opción en la que los protagonistas son hombres y mujeres maduros, llenos de complejos, recuerdos, experiencias, kilos y arrugas. No se libra la cinta de recursos típicos ni es original pero es simpática, muy simpática. Tampoco en esta ocasión normalizan el escenario pues ambos son de clase alta, vida resuelta, coches caros y casas de infarto incluido cierto nivel social pero, no es en plan exageradísimo y, bueno: los ricos también lloran.
Las alusiones al sexo a partir de los 50 son realmente divertidas y constantes. Sin tapujos aclara lo importante y necesario que sigue siendo y, elimina el cierto tabú social que ni lo menciona o, lo considera como algo escandaloso de lo que no se puede conversar abiertamente y que, da por supuesto que a esa edad debe limitarse a la vez que, pensar en ello y seguir deseando disfrutarlo se considera casi algo vergonzante.¡¡Ni de coña!!
Aunque de retoque almibarado no esté carente, a mi no me ha chirriado demasiado y, si no me ha sorprendido, tampoco me ha decepciondo y he pasado un rato francamente divertido y entretenido.