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Voto de korzowei:
7
6,0
2.503
Thriller. Intriga. Drama
Cuando Kanako, hija pródiga y alumna intachable, desaparece, su madre no duda en llamar a su exmarido, un policía poco ortodoxo. A medida que la investigación avanza, la imagen idealizada de Kanako se va resquebrajando, dejando entrever que, bajo la excelencia, la chica esconde otra vida, más oscura y secreta.
6 de enero de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alumno aventajado de la tradición de nueva ola nipona (de Seijun Suzuki en los 60 a Takashi Miike en los 90) Tetsuya Nakashima nos presenta en El Mundo de Kanako una obra tan grotesca que le obligó a disculparse publicamente, asumiento que la película era “ciertamente grotesca”, pero que al fin y al cabo así es la visión que él tiene de la sociedad japonesa y su juventud.
Basada en una novela de Akio Fukachami, la peli nos transporta desde el minuto uno a una realidad donde nada es lo que imaginamos y nunca acabamos de descubrir la verdad detrás de las apariencias, ni siquiera una vez transcurridas las más de dos horas de agotador y atropellado metraje, donde la mayoría de planos no se sostienen en pantalla por más de 5 segundos. Todo comienza con una cita de Jean Cocteau que ya nos adelanta lo que veremos a continuación: “una época solo será confusa para un alma que ya está confusa”. Y confusos nos encontraremos nosotros al contemplar un sangriento laberinto donde a cada paso que damos nos sumergimos más y más en un mundo de crueldad, indiferencia y manipulación donde nadie, absolutamente nadie, se salva de herir y ser herido.
Protagonizado por Kōji Yakuso (galardonado en Sitges) en el papel de un policía alcohólico y con problemas mentales que busca a su hija desaparecida, la historia nos llevará sin piedad alguna por los entresijos de una familia desestructurada, un cuerpo de policía mentiroso y un instituto, cuanto menos, problemático, descubriendo poco a poco un entramado donde el abuso de poder, con la violación como máximo símbolo, es la única ley que impera.
Mezclando lisergia musical y visual (con aportaciones del increíble grupo Trippple Nippple o animaciones cortesía de Studio 4ºC) con la sobriedad del noir setentero (imagen granulada, infinidad de salpicaduras de sangre, títulos de crédito...) y una narración deslabazada que rompe el tiempo y el punto de vista, el objetivo es reforzar la temática del filme, que pasa por ser la idea de que existen mundos ocultos y explicaciones imposibles para acciones brutales y violentas, mundos donde no existe la responsabilidad ni la moral y donde la corrupción y la coacción son lo único capaz de despertar emociones. No por nada, las dos primeras frases que escuchamos en el filme son “te quiero” y “te mataré”, sentimientos extremos que se muestran complementarios, y cuyos enunciantes no descubriremos hasta bien avanzado el metraje.
No es, por tanto, una obra de fácil visionado, tanto por lo formal como por lo temático, pero se trata sin duda de un paso adelante en la carrera de un cineasta como Nakashima, que aún tiene mucho que ofrecer y que no parece vaya a amedrentarse a la hora de seguir presentándonos historias en el límite.
Basada en una novela de Akio Fukachami, la peli nos transporta desde el minuto uno a una realidad donde nada es lo que imaginamos y nunca acabamos de descubrir la verdad detrás de las apariencias, ni siquiera una vez transcurridas las más de dos horas de agotador y atropellado metraje, donde la mayoría de planos no se sostienen en pantalla por más de 5 segundos. Todo comienza con una cita de Jean Cocteau que ya nos adelanta lo que veremos a continuación: “una época solo será confusa para un alma que ya está confusa”. Y confusos nos encontraremos nosotros al contemplar un sangriento laberinto donde a cada paso que damos nos sumergimos más y más en un mundo de crueldad, indiferencia y manipulación donde nadie, absolutamente nadie, se salva de herir y ser herido.
Protagonizado por Kōji Yakuso (galardonado en Sitges) en el papel de un policía alcohólico y con problemas mentales que busca a su hija desaparecida, la historia nos llevará sin piedad alguna por los entresijos de una familia desestructurada, un cuerpo de policía mentiroso y un instituto, cuanto menos, problemático, descubriendo poco a poco un entramado donde el abuso de poder, con la violación como máximo símbolo, es la única ley que impera.
Mezclando lisergia musical y visual (con aportaciones del increíble grupo Trippple Nippple o animaciones cortesía de Studio 4ºC) con la sobriedad del noir setentero (imagen granulada, infinidad de salpicaduras de sangre, títulos de crédito...) y una narración deslabazada que rompe el tiempo y el punto de vista, el objetivo es reforzar la temática del filme, que pasa por ser la idea de que existen mundos ocultos y explicaciones imposibles para acciones brutales y violentas, mundos donde no existe la responsabilidad ni la moral y donde la corrupción y la coacción son lo único capaz de despertar emociones. No por nada, las dos primeras frases que escuchamos en el filme son “te quiero” y “te mataré”, sentimientos extremos que se muestran complementarios, y cuyos enunciantes no descubriremos hasta bien avanzado el metraje.
No es, por tanto, una obra de fácil visionado, tanto por lo formal como por lo temático, pero se trata sin duda de un paso adelante en la carrera de un cineasta como Nakashima, que aún tiene mucho que ofrecer y que no parece vaya a amedrentarse a la hora de seguir presentándonos historias en el límite.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La búsqueda de Kanako, protagonista presente en todo el filme que, sin embargo, nunca llega a aparecer durante la acción presente y jamás descubriremos si está viva o muerta, y el via crucis al que son sometidas todas las personas que alrededor de ella pivotan, se compara constantemente con el libro de Alicia en el País de las Maravillas, metafóricamente como descenso a lo desconocido -y en este caso con desagradables sorpresas- y trazando a la vez paralelismos nada gratuitos con la temática de la obra (no olvidemos, se dice que el autor Lewis Carrol sufrió abusos sexuales, y la pederastia fue una constante polémica presente en su vida). Las drogas (recreativas y médicas) la ambigüedad moral o los aspectos ocultos de la realidad son otros temas que enlazan con el clásico libro. La dicotomía falsedad-realidad se exacerba al ambientar parte de la narración durante la Navidad, reforzando la idea de que la falsedad y la imagen ocultan una verdad dolorosa y cruel, contraponiendo ternura y dulzura en apariencia para ocultar el verdadero rostro corrupto que aguarda al protagonista una vez inicie su búsqueda. La comparación que muchos hicieron con la coreana Oldboy en este sentido no es nada gratuita, pues, ya que el personaje principal no es sino un “monstruo” que acentúa su monstruosidad a medida que se sumerje en un mundo que no entiende y en el que ni siquiera comprende su propio propósito hasta que ya es demasiado tarde. Las últimas escenas, sobre la nieve, a modo de conclusión desesperada refuerzan la comparación con la obra maestra de Park Chan Wok.