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Israel Israel · santiago
Críticas de korzowei
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
9
3 de julio de 2013
161 de 174 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sorprende ingratamente ver que éste es el episodio, con mucho, peor valorado de toda la serie cuando, al contrario que Oso Blanco que centraba todo su potencial crítico en la sorpresa final, o el que abre la segunda temporada, que es mucho más reducido en su temática (sin desmerecer ninguno de estos, conste), Waldo Moment, como el personaje, dispara sus dardos cual metralleta girando 360 grados sobre si misma. Lejos de aprovechar que el capítulo proporciona diferentes lecturas para que cada uno se quedara con su preferida, la crítica parece haberlo despreciado por simple e inverosímil (anda que el Primer Ministro Inglés follando un cerdo es creíble y todo... desde cuando la ciencia-ficción debe ser creíble en sus intenciones y no en únicamente en sus reflexiones...)?

Y yo que me alegro de que por fin Black Mirror vuelva al ámbito al que pertenece: el análisis sociológico y la construcción de la sociedad afectada por los medios de comunicación (y no drama existencial científico o terror esquizoide, aunque sea genial esta diversidad temática).

No puedo evitar comparar Waldo a campañas políticas como la de Hunter S. Thompson o Jello Biafra, o incluso algunas un poco más infames que han sucedido a las puertas de nuestros hogares y seguro más de uno recordará por lo absurdas que resultaban. O la campaña de UPyD, en su defecto, que no deja de ser un chiste y un juego del desprestigio del otro yel espectáculo (actores haciendo política...y hace poco nos reíamos de los yankees...).
Pero hay algo diferente en Waldo: la Nada. El Vacío. Todas esas campañas que antes mencione estaban apoyando algo, tenían un porque detrás, “but, what do you stand for Waldo?”
El sufrido prota en ningún momento quiere verse envuelto en todo en lo que acaba: “yo no soy político”, repite una y otra vez, negando lo inevitable. Todos acabamos arrastrados por el juego de la política. Todos ponemos las reglas de ese juego y es responsabilidad nuestra aceptarla.

Efectivamente, es terrorífico que algo como Waldo triunfe, como alguien insinúa durante el episodio. Waldo es el último clavo en el atáud de la política. La gente ya no está interesada en la realidad. Quiere el espectáculo, la mofa, los chistes de pollas, la humillación. Todo parapetado bajo el escudo de un oso azul. Un jodido oso azul.

Pero, acaso los políticos no han entrado desde hace tiempo de lleno en la Sociedad el Espectáculo? Acaso no se esconden ellos bajo la capa del personaje público, respetado, acaso no tienen su propio disfraz formado por traje y corbata asesorado por un equipo de 20 personas pagadas con dinero público? Acaso las campañas políticas no responden a la lógica de la humillación y el desprestigio del contrario? Acaso los programas electorales no son puro puro teatro y pantomima para entretener al personal con mentiras que en el fondo...no buscan lo mismo que Waldo?

Y que busca Waldo?

La Audiencia.
El Dinero.
El Poder.

Lo que pasa cuando delegamos nuestras responsabilidades políticas, lo que pasa cuando no nos compremetemos con algo, cuando abandonamos los ideales, cuando nos dejamos embaucar por el circo y el espectáculo, lo que pasa es esto...
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korzowei
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Paranoia Agent (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2004
7,4
6.245
Satoshi Kon (Creador), Satoshi Kon ...
Animación
10
27 de agosto de 2012
37 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que he visto pocas producciones tan tremendamente desquiciadas en la que los cabos estén tan atados y todo lo que acontece esté tan controlado y tenga un doble sentido como en ésta. Nada en Paranoia Agent está dejado al azar, e intentar analizarlo todo sin dejarse nada en el tintero en una crítica en filmaffinity sería aún más estúpido que pretencioso (especialmente sin pararse capítulo por capítulo y reventando todo a spoilers...). Pero conformémonos con arañar la superficie e intentar dar una visión coherente de algo tan etéreo como este anime:

A nivel formal, la serie es una miríada de influencias en las que se toma todas las licencias necesarias para hacer avanzar la historia. El propio género en el que podemos encuadrarla varía en un capítulo a otro, del policíaco, al terror, aventuras superheroicas, comedia negra y costumbrista, dependiendo de en que reconstrucción de la realidad nos encontremos y qué personaje sea el protagonista del episodio. Porque nos encontramos ante un caso de anime de historias cruzadas y protagonismo coral excelentemente llevado a cabo, uniendo todas las historias sin fisuras y con precisión quirúrgica.
El estilo de animación también varía en función de lo narrado, concordando lo que se nos cuenta con como se nos cuenta, dándole tanta importancia al continente como al contenido: todo esconde una metáfora, un doble significado*. Podría decir que el mayor acierto se encuentra en su propio título, la serie es una “Paranoia” en el sentido literal de la palabra: una distorsión de la percepción de la realidad. En esta obra, el contexto es tan importante como la historia, lo que se cuenta lo es tanto como lo narrado, temática y aspecto formal están al mismo nivel, el surrealismo no estorba, si no que enriquece y nos da una perspectiva narrativa imposible de conseguir con actores de carne y hueso y que sólo puede existir salido de los lápices del (nunca suficientemente añorado) Kon y el portentoso estudio Madhouse. El surrealismo y el onirismo están empleados no como distracción y preciosismo, si no como medio de explicación de la historia en sí (incomparable el modo en el que se lleva a cabo en el capítulo 5 o en la resolución final del drama en los dos últimos episodios).

En el nivel temático nos encontramos básicamente con tres cuestiones clave en las que se hace muy claro hincapié: la externalizacion de la culpa, la huida de la realidad como método de huida de los propios traumas y la crítica social hacia la irresponsabilidad**.
Por intrincado que sea, este anime no se esconde, no es críptico pese a estar narrado en el plano metafórico-fantástico y pese a desarrollarse en el mundo de la ilusión y la realidad simultáneamente. No es accesible, obviamente, para aquel que no esté familiarizado con mundos como los que crea Kon, pero el mensaje es claro y salta a la vista, no es una ensoñación o un laberinto onírico sin salida como “Carretera Perdida”. Se asemeja más bien a “Brazil” o”13 Monos” (Kon siempre afirmó que Gilliam era uno de sus ídolos), obras que mezclan realidad y ficción pero no para confundir al espectador, si no para introducirlo de modo directo en los entresijos de la mente humana, creadora última de eso tan volátil que denominamos “realidad”.

Puro psicoanálisis en acción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
korzowei
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10
13 de marzo de 2013
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy dado el cine oriental contemporáneo, y de modo paralelo al manga, el cual le ha influido notablemente, a regalarnos argumentos que parten de ideas completamente brillantes, arranques de genialidad, situaciones insólitas y planteamientos que, a priori, resultan irresistibles ya sea por lo loco de su propuesta o lo evocador y metafórico que resultan. Lamentablemente, no son tan dados a desarrollar estas ideas en todo su potencial y más veces de las que deseamos se quedan en una gran idea inicial que va dando tumbos sin tener muy claro lo que se nos quiere comunicar, y acaba siendo la narración un compendio de efectismos propios del thriller que, si bien suele funcionar a modo de curiosidad, naufragan cuando intentan transmitir algo con significado, potencia y coherencia. Sí, tenemos Oldboy, Conffesions, Chihiro, Hierro 3, Paranoia Agent, pero también otras obras con las que uno no puede evitar pensar que se les podía haber sacado mucho más jugo: desde ideas brillantes a las que nunca se les acaba de exprimir todo el potencial como Death Note o 20 century boys, hasta experimentos inclasificables como Big Man Japan, Symbol, Battle Royale o Casshern.

Afortunadamente, Castaway on the Moon, esta desconocida película de la más que interesante producción surcoreana de la pasada década, pertenece a ese tipo de gloriosas obras en las que, no sólo se inician con una idea genial y disparatada a nivel simbólico y estético (un naufrago en medio de una megalópolis neoliberal y ultraindividualista), si no que (oh si!) lleva todo su potencial al máximo gracias a tener muy claro el discurso que se nos quiere comunicar, y a la conjunción de los benditos astros que ponen esa idea en manos de un director con talento, unos actores esforzados y le agregan al conjunto el tono adecuado para que el resultado no se resbale hacia ningún extremo, ni el sensiblero, ni el panfletario, ni el facilón.

El film es ligero, sí, y eso se agradece porque se hace muy accesible y ameno de contemplar, con el toque necesario de fantasía y de humor blanco, y una BSO ensoñadora y muy acorde con el ambiente casi de fábula que rodea toda la película.

Si estuviéramos hablando de una comedia romántica o una historieta jipi sobre lo bonita que es la vida, el atragantamiento de glucosa tan propio del “síndrome post-Amelie” podría echar todo por los suelos. Pero no. No es de esto de lo que habla la película. No es ya la crítica al modo de vida capitalista urbanita (el cual ha resultado tan prolífico en resultados económicos en Corea del Sur como desastroso en términos humanos y ambientales: suicidio, aislamiento, esclavitud laboral, competitividad salvaje, etc)
Ésta es una narración sobre temas trascendentales tratados con ligereza, pero trascendentales al fin y al cabo. Ésta es una narración sobre la autonomía y la independencia.

Y es una narración sobre la superviviencia del naufrago. Porque la chica, el hikikomori (cuya ficura parece como un contrapunto al “buen salvaje”, como epítome y clímax del aislamiento personal y la pérdida de autonomía que surge como colofón final a todas las lacras de la megalópolis), no deja de ser otro naufrago.

Nuestro hombre aprende lo que es la supervivencia por primera vez de forma autónoma encerrado y sólo en una isla desierta. Aprende a valerse por si mismo, cosa que nunca había conocido antes, viviendo siempre al servicio de alguien. Le grita a la ciudad, a sus comodidades, a sus falsas promesas y esperanzas “me dais igual!! No os necesito!!” .
Es la sublimación del ser humano como ser independiente y no esclavo, representado en uno de los momentos más emocionantes que he visto en una pantalla en mi vida*.

El film es un canto al fin de la alienación, de la dominación, y un grito por recuperar lo que nunca debimos perder por culpa todas esas promesas publicitarias emponzoñadas sobre el “triunfo” y lo “que se debe tener”. La película nos recuerda que jamás debemos renunciar a nuestra capacidad de desarrollarnos como seres libres y autónomos
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korzowei
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South Park (Serie de TV)
SerieAnimación
Estados Unidos1997
6,8
84.795
Trey Parker (Creador), Matt Stone (Creador) ...
10
9 de septiembre de 2011
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Caracterización absolutamente coherente de unos personajes que derrochan carisma por los cuatro costados. Manejo envidiable del ritmo narrativo y sentido para introducir giros de guión inesperados que te dejan clavado en el asiento, sin perder nunca de vista el gusto por los apoteósicos crescendos finales. Vanguardismo feísta, estética rupturista sin precedente alguno y sin posible comparación. Sabia asimilación de influencias fílmicas de lo más variopintas hasta llegar más allá de la posibilidad de alguna catalogación temática. Capacidad de constante reinvención sin perder jamás sus insobornables señas de identidad y sin rendirle cuentas a nadie. No, no estoy de puta coña.

South Park no es profunda filosóficamente. Es más. Es superior moralmente. Muy superior. Superior a ti, y lo sabe. Por eso se permite tratarte con desprecio, por eso se ríe de absolutamente toda la civilización. Nadie escapa a sus dardos.
Te exprime el cerebro, te demuestra hasta que punto tu pobre mente de homo sapiens está programada para no comprender nada más allá de un puñado de estereotipos que rigen tu monótono día a día. South Park coge esos tópicos y los masacra, los descuartiza. Estira las situaciones hasta la línea de límite de lo humanamente soportable y la cruza. Sin dudarlo un segundo.

South Park es valiente. Mucho más valiente que la práctica totalidad de productos cinematográficos que hayas visto a lo largo de tu vida. Constantemente mira a los ojos de la Libertad de Expresión y le dice “o tú o nadie, nena”. Y somos nosotros quienes nos acojonamos. Nos acojonamos al pensar que semejante acto de terrorismo fílmico esté perpetrado por apenas dos mentes privilegiadas que llevan 15 temporadas guionizando todos los capítulos en tiempo récord.

Además, es tremendamente divertida, satírica, mordaz, surrealista, insobornable, sangrienta, hiriente, humana, sorprendente, irrespetuosa, ingobernable, inesperada, absurda, crítica, deconstructivista, nihilista, madura…

¿Peor que los Simpsons y Padre de Familia? ¿Chistes de culos y pedos? ¿Humor soez y vulgar? No se de que hablais. Y vosotros tampoco.
korzowei
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9
8 de septiembre de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprendentemente poco conocida película del inefable Miike, teniendo en cuenta que además ya era relativamente famoso por esta época y que está protagonizada por su actor fetiche, Sho Aikawa (haciendo el papel de su vida, su mirada corta la respiración). Para que luego digan que ahora "se ha vuelto maduro" con su díptico de samurais, el de Osaka ya había dado muestras de poder perfectamente hacer una película tratando temas complejos sin echar mano de la caricaturización. Su omnipresente humor negro está aqui desaparecido en combate, y la violencia carece del componente meramente estético y bufonesco tan típico en él. Todo lo contrario, aqui las hostias duelen de verdad, pero no son para nada lo único que hace que nos removamos por dentro.
La historia parte de una premisa sencilla, ¿que harías si ves que se está cometiendo una injusticia y tienes poder en tus manos para detenerla? La película por fortuna no hace en ningún momento juicios de moral, Es terriblemente objetiva, no nos lleva a empatizar con su sufrido protagonista, nos desliza seca y tajantemente hacia su tormento existencial y por el camino abre el debate como quien cercena un miembro. ¿Cual es el significado de la justicia? ¿Quién tiene la autoridad ética para emitir sentencia y ejercer la fuerza? ¿Hasta que punto es lícita la venganza cuando no queda otra opción? Es una peli muy desesperanzadora, lo que podía haber caído bajo las garras del melodrama de sobremesa se convierte en un tour de force lleno de ambigüedades morales que provocarían la desesperación del pacifista más convencido. Y por el medio, la feroz crítica a los medios de comunicación, que además nos hace comprender mucho mejor la dimensión de estos hechos que tanto ocupan las portadas de sucesos de la prensa amarillista.

Ah! Y fantástica BSO, como viene siendo habitual en Miike
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korzowei
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