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Voto de Quatermain80:
6
Drama Adaptación de la historia de Camelot y el rey Arturo. (FILMAFFINITY)
2 de octubre de 2009
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se ha tenido la oportunidad de ver varias películas de Robert Bresson, uno llega a la conclusión, o al menos ése ha sido mi caso, de que el realizador francés se ha pasado la vida intentando encontrar la esencia de las emociones a través de la imagen, y que dicha búsqueda ha generado unos filmes acentuadamente personales en los que destacan la sobriedad (casi ascética, ciertamente) y el placer o fijación por los pequeños detalles o lo insignificante.

Ejemplo de todo ello es la presente obra, cuyo argumento nos resulta conocido; los caballeros de la tabla redonda vuelven de su infructuosa búsqueda del Grial, y entre ellos se encuentra Lancelot, el mejor guerrero y amante de la reina Ginebra. Sin embargo, la búsqueda ha cambiado a Lancelot, le ha transformado (como ocurre con todas las verdaderas búsquedas), y sabe, al igual que todos los que le rodean, que el mundo al que regresa (con sus ideales caballerescos, el amor) no puede ser ya el mismo. Así, la película nos muestra la decadencia íntima de los personajes, decadencia que se extiende y contagia, impregnando todo el filme.

En todo momento Bresson se nos muestra en su obra; llama la atención, como siempre, su peculiar punto de vista, que en este caso se centra en los pies de los caballeros y las patas de los caballos, manteniendo la cámara casi a ras de suelo. Igualmente destaca la desnudez y el vacío que caracteriza a los decorados, sin concesión ninguna ni distracción innecesaria para el espectador. Su estilo narrativo tiende a omitir toda escena grandilocuente o llamativa; así, en el torneo de justas, apenas vemos el galope de los caballos intercalado con fugaces planos de lanzas chocando contra escudos, y de la batalla final sólo nos muestra las cabalgaduras abandonadas, humo en el firmamento y algunas flechas aisladas. Los actores no actúan, no muestran dramatismo ni en sus rostros ni en sus voces, que más bien parecen soliloquios, y son sólo pequeños detalles (las manos, los movimientos) los encargados de transmitir alguna emoción.

La película es, por todo ello, interesante; sinceramente, no puedo decir que haya disfrutado con ella del modo en que lo habría hecho con otro filme, y a quien busque algo similar a "Excalibur" de Boorman o a "Ivanhoe" de Thorpe, no se la recomendaría. Es otro estilo, otra mirada, profundamente personal e intransferible, y que por ello merece el respeto que se debe a todo aquél que busca lo esencial en el arte, lo encuentre o no; en el cine, como en tantas otras cosas, a veces importa más la senda trazada que el destino final.
Quatermain80
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