Esperada producción norteamericana del exitoso director surcoreano Park Chan-wook, un thriller muy psicológico que suaviza sus formas con una violencia sutil pero que mantiene la poética de sus imágenes, con transiciones entre escenas muy bellas. La calidad artística se nota aunque quizá en detrimento de la profundidad argumental pero que mantiene con acierto el misterio de un secreto que se desvelará. Esta es la historia de una chica que cumple dieciocho años, una ‘Miércoles’ (la hija gótica de la familia Adams) sociópata, aislada e introvertida que busca su sitio en su universo marginal tras haber perdido a su padre en un accidente.Tras la misteriosa aparición de su tío se establece una relación disfuncional con su madre, que no parece lamentar demasiado la muerte de su marido. La película brilla en detalles pero es suave, no impacta como lo hizo uno de los mayores éxitos de Park Chan-wook, su trilogía de la venganza, y muy concretamente su afamada Oldboy (2003), razón de la universalización de su cine y particularmente de su desembarco en EEUU. Resulta notable la interpretación de los tres personajes principales, que aunque parcos en palabras transmiten tensión con sus actitudes y miradas. Nicole Kidman como siempre excelente, ni la pasada de rosca de sus operaciones quirúrgicas le restan naturalidad (hay que observar los primerísimos planos cuando está acostada en los que se aprecia claramente una cicatriz en su nariz), la fascinación que despierta esta actriz seguirá dándole grandes papeles a pesar de que en la Meca del cine escaseen las propuestas para mujeres que van cumpliendo edad.