No es que no sea divertida (que tampoco), simplemente no tiene gracia (en todos los sentidos). La película quiere ser algo pero no tiene mucha idea de qué exactamente, lo que al final da como resultado un pastiche más cortado que la leche con zumo de naranja, sin chispa, en el que el adjetivo "desangelado" cobra un sentido más y más fuerte a medida que transcurren los minutos del metraje, al tiempo que uno se convence de que la elección del reparto, en apariencia inicial un acierto, es el primero de los errores.
Paco León no da más de sí en su papel, aún menos que el peinado imposible que luce (que ya es decir). Es un actor de comedia cuyo fuerte es la improvisación, pero esto NO tiene nada de comedia (y mucho menos de improvisación) aunque lo intente por momentos fracasando estrepitosamente, y el pobre Paco se pierde y desvanece al punto de llegar a convertirse en una figura troquelada de sí mismo, a la que sólo le falta alguien que la lleve a cuestas de un plano a otro (joder, ¿cuántas veces sonríe en toda la película?). Alexandra Jiménez no está mal haciendo drama, pero milagrosamente queda relegada a un papel secundario de carabina sufridora de lo más patético, sosa y sin la menor posibilidad de que nadie sienta empatía por ella, por mucho que se empeñen en hacerla adorable, ya que cada vez que habla produce el hastío y los bostezos de la que tiene el alma en los pies, eternamente melancólica.
Melancólica, ése es otro adjetivo, porque este drama con cuatro chistes de pacotilla metidos con calzador, que han intentado vender como comedia para tener más tirón dentro de sus ya de por sí escasas posibilidades, está bañado en toneladas de melancolía. Diríase que el tema ha dejado muy tocado a alguien al que le ha sido imposible desligar su tristeza del conjunto. La música y las canciones son melancólicas, la ambientación es melancólica, hasta un cómico superlativo como Ernesto Sevilla, dotado de un humor siempre lleno de frescura, resulta de lo más apagado al estar prisionero en un personaje lleno de límites de los que no se puede pasar ni un milímetro, por no hablar del resto de más que prescindibles personajes, que no resultan simpáticos porque parecen estar amargados cada vez que pasan por ahí, y para uno que se pasa de "graciosete" como el dichoso Karra Elejalde (que no podía faltar) ¡lo amenazan con meterle un chisme ginecológico por el culo!, lo que coincide con el continuo esfuerzo en dejar claro en todo momento que el tema tratado es muy serio, realista y sobre todo triste, sin lugar para bromas de algo así, y menos para chistes malos fuera de tono. Todo ello hace que termines con bajona, igual que si hubieses ingerido una mezcla sin sentido de alcoholes de garrafa servidos por alguien deprimido.
Sospechosamente parecida a la infinitamente superior 'La Loca Aventura del Matrimonio' (terrorífico título para 'She's Having a Baby') del gran John Hughes, y deudora de los peores tics de la moderna comedia romántica inglesa (a la que personalmente tengo alergia por noña y deslavazada), no sé si cuando los responsables de 'Embarazados' vieron su obra terminada rieron sonrojados ante tal despropósito o lloraron de amargura al darse cuenta del engendro que había nacido tras esta auténtica y forzadísima inseminación in vitro.