Guy Ritchie nos ofrece un producto muy entretenido y disfrutable, con un toque distintivo que se palpa en la elegancia de los trajes, en las exóticas localizaciones o en el modo estiloso de rodar las escenas de acción, entre otros muchos elementos, y cuyo ritmo no decae nunca. Presenta una gran ambientación de la época sesentera, apoyado por un diseño de producción de lo más efectivo gracias a su apuesta visual tendente hacia caracteres retro, vintage, pop y colorista. Además los personajes muestran personalidades antagónicas logrando ese punto cómico en su relación que permite algunos momentos de humor bien insertados.

Con todo, hay que ponerle algunos inconvenientes a la cinta ya que, si bien en la forma resulta impecable, la historia, sin estar mal del todo ya que no repercute en lo entretenido del resultado, no seduce lo mismo, resulta algo más convencional, tenía que haberse trabajado un poco más la propuesta desde este punto de vista. Además, y a pesar de tener claro que la película no deja de ser un blockbuster cuyo propósito es el de servir de disfrute pasajero y, por tanto, se toma algunas licencias, hay algunas escenas o situaciones que resultan excesivamente inverosímiles.

Sin ser sublimes, me han gustado bastante las interpretaciones, los personajes que interpretan tanto Hammer como Cavill son de lo más atractivo y carismático, y les quedan como anillo al dedo, se les ve cómodos en sus respectivos papeles, acompañados por una magnífica Vikander que siempre cumple y, en esta ocasión, incluso más que eso.

La recomiendo, sobre todo por lo diferente en cuanto a estilo de la propuesta, no es algo que se vea todos los días.