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España España · CASTELLON
Voto de MONTAG75:
7
Drama. Thriller. Acción Kamal decide ir a Siria para ayudar a las víctimas de la guerra. Pero, al llegar, se ve obligado a unirse a un grupo armado y se encuentra bloqueado en Al Raqa. Su hermano pequeño, Nassim, que sueña con unirse a él, se convierte en una presa fácil de los reclutadores de la yihad. Leïla, su madre, tratará de proteger a su hijo más joven. (FILMAFFINITY)
23 de mayo de 2023
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
REBEL ganó con todo derecho el Premio a la Mejor Película en el pasado BCN Film Fest. Los personajes están comprometidos con una situación real que, lamentablemente hoy y quizás mañana, ya no necesita ser demostrada: el condicionamiento brutal y feudal de una parte de la juventud por parte de los grupos islamistas en la década del 2010. El cine juega correctamente su papel artístico, cultural y social al describir la trayectoria de Kamal, un joven belga, que salió a Siria para limpiar su actividad criminal en su país y a petición de su madre, Leila. Primero comprometido en un proyecto humanitario, se encuentra a pesar de sí mismo envuelto por la ola rompiente de Daesh. La película es compacta, a menudo sin aliento, cruda, a veces sorprendente en las elecciones escénicas, pero el espectador no puede levantarse de su asiento ya que ciertas imágenes impactan por la ferocidad, la barbarie, la intolerancia, el anacronismo, el dolor y, a pesar de todo, a veces la dulzura suspendida en una mirada, una sonrisa, un abrazo, una palabra.

Si los manantiales vinculados a la historia de la familia de Kamal, Leila y Nassim se han vuelto algo convencionales hoy en día, el tratamiento de los “locos de Dios” es más edificante que los reportajes televisivos que han regado nuestra vida cotidiana desde el trágico año 2001. La locura asesina que se muestra a través de las imágenes cinematográficas cuestiona por completo qué es la fe. Así que, si el espectador quiere estar informado, la película merece la pena, pero si es para entretenerse, puede seguir su propio camino. Imágenes realistas, nerviosas, mordaces, pero también controvertidas, desfilan ante nuestros ojos, porque las repetidas y a veces extremas secuencias de violencia -la película está inspirada en hechos reales ocurridos entre 2011 y 2013- acaban aniquilando el potencial de reflexión del espectador, desactivando la intención de considerar la película como una posible arma política.

Sin embargo, la película quizás se convierta en el recuerdo de los trágicos acontecimientos que han azotado dolorosamente a muchos países en los últimos años. Una memoria colectiva para subrayar el creciente peligro del enrolamiento de jóvenes occidentales en busca de un reconocimiento tribal y existencial. La película no cae en la trampa de moralizar el discurso frente a este tema sacudido por otros conflictos, pero aún ardiente. Los directores, Adil El Arbi y Bilall Fallah, parecen no tener la ambición de dar respuestas sobre el extremismo religioso de sus personajes Abu Amar o Idriss, por ejemplo. Aprendemos muy poco sobre sus motivaciones. Y en ocasiones unos interludios de baile rap y hip hop endulzan el tema final sin peso real, rayando incluso en lo superfluo. ¿Qué razones subyacentes pueden empujar a hombres y mujeres a cometer tales actos? Los cineastas no se detienen en este punto.

Está claro que la película quiere desenmascarar el terrorismo islamista visto desde dentro, pero no aborda suficientemente los medios utilizados para enrolar y manipular a la juventud. El planteamiento de motivos sociales, culturales, religiosos o incluso individuales habría permitido ampliar la fuerza de la película que, sin duda, pretende desmitificar la imagen de los terroristas. Los desacredita y los revela como individuos vulgares. Uno contempla con temor y asombro el adoctrinamiento de Nassim y otros jóvenes en una guerra que los líderes llaman “santa”, pero ¿cómo puede una guerra ser santa? ¿Significa esto que la santidad es inseparable de la violencia? Sí, tal vez, porque es habitual atribuir la causa de la violencia al fanatismo cultural, religioso o psicológico, omitiendo otros factores sociales más profundos como las relaciones de poder. En el caso de la violencia yihadista destacada en la película, los asesinos matan como agentes individuales y lo hacen por motivos personales que la película no sugiere realmente, como ya hemos señalado. El que mata no es el islam, sino el yihadista que pretende defender su propia supremacía.

La película muestra la prueba de este discípulo involuntario que es ante todo un hombre con dudas y un miedo en las entrañas que sigue creciendo. La tragedia es que la mayoría de estos discípulos no se ven a sí mismos como bárbaros, sino como soldados que esperan y obedecen órdenes. El matiz es más difícil de ver cuando el objetivo del fanatismo es la perversidad. ¿Puede una cultura, religión, forma de vida diferente justificar las últimas escenas de la película? La respuesta es obvia, pero el miedo implacablemente escenificado se apodera por completo. Frialdad y brutalidad. Precisamente otro punto fuerte de la película radica en la sensación de inseguridad constante, ayudada por unos personajes bien encarnados, fluidos y contundentes.

El escenario altamente documentado y la puesta en escena están modelados sobre un principio de inmersión discreta que pretende ser primero salvador para Kamal y luego pernicioso. El primero sigue con precisión las acciones de Daesh donde se mezclan expectativas, dudas y tensiones, la segunda se inclina a los códigos del thriller para intensificar un suspenso que recuerda mucho a un nudo corredizo. Los guionistas optan por permanecer lo más cerca posible de sus personajes, aunque la intimidad de cada uno se queda en un esbozo, al igual que la expresión de sus convicciones. Ver a Kamal comenzar su transformación es una idea ingeniosa: la cámara se convierte en un espejo que adquiere un malestar cada vez más pronunciado mediante el uso de paneos o la disposición de travellings alrededor del personaje. Cuanto más está en movimiento la película, más sacude la comodidad del espectador, más gana en impacto su tema, porque logra identificar el carácter angustioso de las situaciones. El flujo de la trama está bien realizado. De hecho, el resultado no es fácil de adivinar y la película nos mantiene en vilo hasta el final.
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MONTAG75
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