Andrei Rublev de Andrei Tarkovsky, es una cinta biográfica y dramática, considerada por muchos un film de culto. Dirigida por el gran director ruso, con un ritmo premioso, personal e impecable, resulta admirable e inteligente la definición estética que le imprime al film.
El guión, del mismo Tarkovsky junto con Andrei Konchalovsky, está basado en la vida y dudas religiosas y morales de Andrei Rublev, y también en la gente que lo rodeaba y su entorno, mostrándonos la dureza de la vida por aquel entonces de forma provocadora y pesimista, dividida en capítulos y con un argumento interesante e inspirador.
Los vestuarios, caracterizaciones y decorados son evocadores en todo momento a la época en cuestión, trabajados al detalle. Y con una fotografía que sabe sacar todo lo mejor de ellos en blanco y negro, y de nuevo, con uso naturalista.
La música, es bella y melódica en ocasiones e inquietante en otras. Los planos y movimientos de cámara guardan detalles sensacionales y bien trabajados. Y el montaje, realizado de forma cronológica te ayuda a comprender mejor la situación del pintor, al mostrarnos su vida desde joven, hasta que decidió al fin realizar los iconos.
Por último, cabe destacar, las actuaciones creíbles y acertadas en todo momento, especialmente convincentes de Anatoly Solonitsyn, y Nikolai Burlyayev, que trabajan en más de una ocasión con el singular director por hilar papeles de gran profundidad psicológica. Y una narrativa visual y hablada clásica y sencilla pero con misticismo y dudas de fe.
Por lo que, es una película que no deberían perderse si son seguidores del gran Tarkovski, por contener un guión biográfico único y trabajado, con enormes actuaciones, y para disfrutar del cine hecho arte, y no un entretenimiento comercial cualquiera.