El último de F.W. Murnau, es un drama de cine mudo sin igual, una de las grandes obras del expresionismo alemán. Dirigida con pasión y sentimiento, a su modo particular de hacer cine, Murnau nos brinda una historia tan bella como emotiva, de las que gustan y no se olvidan.
El guión engancha desde el primer minuto, hilando una historia tan maravillosa como triste del ocaso de una persona orgullosa de lo que es. Y lo consigue, gracias a un argumento arrollador y sublime, utilizando todas las variables sentimentales de los personajes para calar en el público.
Las actuaciones, una vez más son expresivas, auténticas y acertadas, llegando a deslumbrar a los espectadores con interpretaciones sentidas y sobresalientes. Y también destaca un inteligente trabajo de fotografía con gran uso de claroscuros, marca de Murnau, dejando claro su competencia y perfeccionismo por la estética.
Para concluir, mencionar unos sonidos bellos y armoniosos que acompañan de forma agradable la acción, unos efectos sorprendentes para la época en que se rodó y sobre todo, un excelente y brillante trabajo de planos y movimientos de cámara usados de modo subjetivo, haciendo sentir al público lo que ve el personaje.
Por lo que, la considero una gran obra maestra de este gran director, sencilla y emotiva gracias a sus inigualables actuaciones, recomendable para todos los amantes del buen cine mudo y clásico, del expresionismo alemán y de las cintas que te llegan de un modo sincero al corazón.