Hasta el título en castellano evoca un western, eso sí, de los modernos, de los del siglo XXI. El punto de partida del guión que utiliza David Mackenzie, su director, es sencillo, la típica familia americana hipotecada hasta las cejas que ha trabajado durante generaciones en un rancho que el banco se va a adjudicar por impago de los créditos que fueron pidiendo para mal explotarlo, pero con la finalidad de vivir del producto de sus tierras.

Dos hermanos, uno de ellos un ex convicto, perpetran un plan de robar a ese mismo banco para pagar sus deudas y recuperar su propiedad, aprovechando el sistema capitalista americano para lavar el dinero de sus atracos. Creíbles las actuaciones tanto de Chris Pine y Ben Foster en el papel de los hermanos, y de Jeff Bridges en el papel del viejo policía a punto de jubilarse que ponen en su persecución.

Crítica a la dependencia de los bancos y a la deshumanización de los mismos a la hora de cobrar sus impagos, crítica al sistema capitalista y a la facilidad con que el mismo sistema permite blanquear el dinero, crítica a esa "ley del rifle" que permite que cualquiera pueda tener armas para defenderse, y no una pistolita, sino verdaderas armas de guerra, crítica por fín a un país que en su día fue de las oportunidades, y hoy no es más que un mero remedo de lo que un día fue, y que sin dinero no ofrece ninguna oportunidad para crecer desde el polvo en la garganta, más allá de consumir unas cervezas frías para aclarar el gaznate.

Buena película, con un buen ritmo, que se me ha hecho corta, lo cual es un gran y extraordinario piropo.

Notable alto, 8.