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Voto de Maldito Bastardo:
6
22 de abril de 2007
61 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine americano se ha convertido en un espejo donde han reflejado, tan sabiamente como de manera crítica y más acertada cuando más desgraciados e infelices son sus protagonistas, su reciente y corta historia y evolución hasta convertirse en el pilar básico (¿y único?) del panorama internacional. Un espejo distorsionado de la realidad en el cine mediante el academicismo, la sobriedad y el espectáculo construido sobre la eficacia de los medios para llevar a cabo sus producciones.
Nada que ver con sus documentales: veraces, creíbles, la mayoría de las veces independientes e incisivos, tanteando con la realidad para transmitir sus mensajes y contenidos. No son un espejo (distorsionado o no) sino un cristal que algunas contadas ocasiones está empañado por el pensamiento de creerse los amos del mundo.
Robert De Niro, que ya había mostrado sus aptitudes detrás de las cámaras con “Una historia del Bronx”, ha sudado sangre y sudor para llevar a cabo este proyecto que ha perseguido a lo largo de los años y buscando financiación. Él mismo lo declara cuando le preguntan el porqué existen guiones de tanta calidad como el de Eric Roth, incluido en listas de las 10 mejores películas que aún no habían sido producidas, no cobraban vida en la gran pantalla: “(…) resultarían muy caras... o que creen que saldrían muy caras, y probablemente tienen razón.”
Y sí, “El buen pastor” contiene un excelente guión, bien documentado, aunque su credibilidad se ampara en el discurso y no en sus personajes.
La exposición de los hechos sobre el origen y devenir de la CIA muestra las raíces de una sociedad formada como un clan, donde el honor, la seguridad y la patria conviven con los secretos y las imposturas. Una organización, en definitiva, que ha vivido de las guerras y ha influido en numerosos sucesos que forman parte de nuestra reciente historia.
Por otro lado sus personajes recreados gracias a un gran elenco de actores y buscando el referente e hilo conductor a través de las peripecias de unos de sus fundadores, bien interpretado por Matt Damon, que no se quita las gafas ni para echar un polvo aunque para su papel se pensase inicialmente en DiCaprio. En ese aspecto aparece la relación entre la familia y Estado y sus incompatibilidades, similar a la evolución de Pacino en “El Padrino”.
Excesiva, tanto en duración incluyendo numerosas tramas como objetivos, “El buen pastor” deja un sabor a buen cine aunque resulta tan correcta que acaba siendo demasiado fría y sobria. Y lo peor para De Niro es que muchos espectadores pensaremos en qué habrían hecho con este material Scorsese o Coppola.
Nada que ver con sus documentales: veraces, creíbles, la mayoría de las veces independientes e incisivos, tanteando con la realidad para transmitir sus mensajes y contenidos. No son un espejo (distorsionado o no) sino un cristal que algunas contadas ocasiones está empañado por el pensamiento de creerse los amos del mundo.
Robert De Niro, que ya había mostrado sus aptitudes detrás de las cámaras con “Una historia del Bronx”, ha sudado sangre y sudor para llevar a cabo este proyecto que ha perseguido a lo largo de los años y buscando financiación. Él mismo lo declara cuando le preguntan el porqué existen guiones de tanta calidad como el de Eric Roth, incluido en listas de las 10 mejores películas que aún no habían sido producidas, no cobraban vida en la gran pantalla: “(…) resultarían muy caras... o que creen que saldrían muy caras, y probablemente tienen razón.”
Y sí, “El buen pastor” contiene un excelente guión, bien documentado, aunque su credibilidad se ampara en el discurso y no en sus personajes.
La exposición de los hechos sobre el origen y devenir de la CIA muestra las raíces de una sociedad formada como un clan, donde el honor, la seguridad y la patria conviven con los secretos y las imposturas. Una organización, en definitiva, que ha vivido de las guerras y ha influido en numerosos sucesos que forman parte de nuestra reciente historia.
Por otro lado sus personajes recreados gracias a un gran elenco de actores y buscando el referente e hilo conductor a través de las peripecias de unos de sus fundadores, bien interpretado por Matt Damon, que no se quita las gafas ni para echar un polvo aunque para su papel se pensase inicialmente en DiCaprio. En ese aspecto aparece la relación entre la familia y Estado y sus incompatibilidades, similar a la evolución de Pacino en “El Padrino”.
Excesiva, tanto en duración incluyendo numerosas tramas como objetivos, “El buen pastor” deja un sabor a buen cine aunque resulta tan correcta que acaba siendo demasiado fría y sobria. Y lo peor para De Niro es que muchos espectadores pensaremos en qué habrían hecho con este material Scorsese o Coppola.