La cosa en la comedia romántica está tan mal que la moda es ir de original. Obviamente ‘ir’ no significa ‘ser’ pero las intenciones dictaminan lo contrario: si mezclas en la batidora varias ideas ajenas consigues… ¡un esperpento mayor!: de “Beetlejuice” a “Entre fantasmas”, del “El sexto sentido” a “Hable con ella” y un poquito de “Mientras dormías”. Esta vez en San Francisco no hay terremoto pero uno pequeño para desolarlo no estaría tan mal, así no soportaríamos este híbrido de comedia romántica con sci-fi que no llega al su-fi.

Reese siempre estará guapa y monísima de la muerte haga de leñadora siberiana, freak de “La parada de los monstruos” o ectoplasma Casperiano dulzón sin sonrisa profiden. Mark Ruffalo siempre será el panolis de turno, ese de tres al cuarto con su encanto de chico inocente… vamos, el gilipollas de turno.

Yo como ese idílico jardín y toda la comedia romántica actual, todo, todo y todo en ella resulta completamente irreal e incierto. Todo huele a cartón piedra pasado de fecha y a nada celestial.
Después de soportar semejante engendro seudofantasmal uno intenta vislumbrar si el ectoplasma sirve como lubricante. ¿Servirá?