Su lectura inicial puede ser resultar chocante: la cúpula nacionalista contrata a un experto y profesional ladrón, mitad irlandés y americano, con conocimientos en arquitectura, ingeniero de minas y ¡PESCA! para robar el banco inexpugnable de Inglaterra. Mezclar política con el género de robos a bancos puede ser todo un polvorín de efectos contraindicados. Hay formalidad por meter a una chica en medio, que sirva de consorte para los eslabones románticos.
Feromonas revolucionadas y un Peter Otolle que parecía tonto pero es el más listo…

Por supuesto, la cosa cambia: ‘La finalidad justifica todo’. El robo político deja de serlo y sus integrantes meras marionetas… que plantea un conflicto moral: dejar el robo del siglo por unos ideales, aunque, como todos sabemos la codicia rompe el saco.